El Sr. Ministro está ardiendo

Ordenar la intervención de los precios de un suministro y, sobre la base de insidias, sospechas y, además, para pertrecharse, instrumentalizar burdamente la recién creada y ya abatida y denostada Comisión Nacional de Mercados y Competencia (qué papelón, por cierto, con un informe lleno de insustancialidades, inconcreciones, escaso de argumentos y vacíos para la trascendencia de lo que se está jugando a nivel nacional e internacional), serían suficientes elementos para su completa carbonización.

En todo caso, hay tres cambios relevantes en esta situación que se han convertido en una bomba para el Sr. Ministro. Primero, el problema del déficit tarifario se viene explicando de manera muy profunda, concreta y minuciosa en los últimos años. Se ha dado un salto enorme en el conocimiento por parte de la sociedad de este problema. Ya no se puede hacer demagogia sin incurrir en la falacia o en la falsedad. Por tanto, existe un conocimiento muy extendido de los componentes que forman parte del coste del suministro (la energía sólo es el 44%, este dato y su insistencia son devoradores para los intereses de Industria en estos momentos).

Pero, además, esto se vienen radiando en directo, chapuza tras chapuza, error tras error de un equipo energético en el Gobierno (por llamarlo así), solipsista y mesiánico, acostumbrado a las decisiones atropelladas, temerarias, urgentes, tomadas alevosamente, ante su incapacidad de gestión y negociación. Una ordalía continua que empieza a cosechar el resultado de sus modos.

Dos: en este estado de cosas, al mercado se le ha introducido una serie de impuestos que se trasladan a precios, al carbón, gas natural, hidráulica, etc…. Los precios son equivalentes a los europeos eliminando la carga fiscal; otra cosa es que al Sr. Ministro no le vengan bien. Además de que REE haya gestionado que dos grupos nucleares (¡tan criticados!) estén en revisión en los días previos a la tarifa. Es decir, se ha retirado oferta en estos momentos. Condiciones de oferta y de demanda, algo básico y esencial en cualquier análisis económico.

Tres: la propia reforma energética en ciernes sólo es un foco generador de prima de riesgo, junto con otros como las previsiones del invierno, que han incidido en las expectativas puestas en los precios de la electricidad. Que el Sr. Ministro prefiera argumentar desde la demagogia y la política, queriéndose mantener al margen de las leyes de la economía tiene las patas muy, pero que muy cortas.

Por otra parte, hay algo que es muy nuevo y a lo que el Gobierno no está acostumbrado, puesto que los mercados y sectores empresariales son más transparentes que su actuación basada en criterios políticos y de oportunidad: la réplica del sector empresarial es directa y clara. Y sobre todo, porque todas estas medidas (no nos engañemos) dañan a todos los sectores y subsectores. Pero dañan también a la sociedad y a la economía, frente a la mezquina posición de quienes reclaman intereses particulares para cada sector por separado para buscar transferencias de rentas.

Hay explicaciones claras y nítidas de lo ocurrido en la subastas, de la transparencia del sistema, del desmán, del alcance, de la insostenibilidad de la medida. Y, además, los mercados financieros lo saben y a esos no los engaña el Sr. Ministro con su prosodia.

Así, desde los medios de comunicación de una sociedad acostumbrada al modelo franquista de la economía dirigista, con ordenación desde el poder y acatamiento desde las empresas, se califica la situación como una guerra, en ese lenguaje belicista de órdago que tanto le gusta a Soria y a Nadal y en el que se mueven como pez en el agua para su justificación. No lo es. Es simplemente una relación normal entre empresas y Administración en una sociedad capitalista (en realidad, lo no normal es la situación que lo desencadena).

Por tanto, que al Señor Ministro, le parezca “caro”, que le venga mal en su relación con la opinión pública y las encuestas, lo que sale en la subasta CESUR ocurrida en el mercado para sus planes o conveniencias no justifica una intervención de este tipo, una manipulación de un órgano regulador y un destrozo de estas características, que deja el prestigio de nuestro país, de nuestro Gobierno y de nuestro instituciones económicas a la altura de la Venezuela de Chávez y Maduro.

Rajoy anda desnudo en energía y el Sr. Ministro está ardiendo ya por sus propias palabras y acciones. A lo bonzo. Las siguientes acciones de pueden ser todavía más peligrosas y desesperadas.

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