Un Premio Nobel asegura que la técnica del «fracking» es segura aunque advierte de que se debe realizar «con mucho cuidado»

Así lo indicó a preguntas de los medios con motivo de su asistencia en Valencia a las deliberaciones de los Premios Rey Jaime I, donde el físico atmosférico mexicano y profesor participa como jurado. Molina explicó que en EEUU hay estudios que indican que se pueden adoptar las medidas necesarias para que no haya daños significativos al medio ambiente y defendió que merece la pena invertir por parte de las compañías en que no se produzcan daños en el medio ambiente.

El experto subrayó que la geología y las fuentes de estos gases «varían mucho», según los datos aplicables en EEUU. Como factores «preocupantes potenciales» citó la contaminación de los acuíferos, aunque generalmente están separados, y contaminación por productos químicos y de fugas de metano, que también se pueden «minimizar».

En este sentido, apuntó que el consenso de los expertos es que «a reserva de estudiarlo en cada país y cada fuente, sí es un desarrollo importante pero temporal», ya que se trata de obtener un «combustible de transición» porque, en última instancia, el gas también tiene carbono «y habrá que eliminar las emisiones de carbono». «No inmediatamente, pero sí en unas décadas», dijo.

Preguntado por la situación de la capa de ozono, el experto defendió que el protocolo de Montreal –diseñado para proteger la capa de ozono reduciendo la producción de determinadas sustancias– funcionó «muy bien y el problema está resuelto desde hace años». En esta línea, destacó la necesidad de «tenerlo presente» porque constituye «el antecedente que hay de que se pueden resolver los problemas ambientales globales del planeta». De hecho, subrayó que es «el único ejemplo que hay de que se pueden resolver los problemas reales».

No obstante, recalcó que el problema «no se ha resuelto porque los compuestos que se emitieron se eliminan de la atmósfera muy poco a poco» por lo que «hasta mediados del siglo no se recuperará con claridad la capa de ozono». «Lo más importante es que desde 1996 la sociedad ya no produce los compuestos industriales que dañaban la capa del ozono», indicó.

Preguntado por cómo debería ser el cambio energético, defendió que se acelere desde el punto de vista político y económico a través de un impuesto generalizado a las emisiones de carbono, «importante desde el principio». A su juicio, sería «la única manera sencilla» de reducir el uso de combustibles fósiles. No obstante, reconoció que la crisis financiera ha «retrasado» la situación porque, por ejemplo, se tuvo que parar los subsidios a las energías renovables.

Interpelado igualmente por lo que podría suceder si se eleva la temperatura en la tierra, indicó que el consenso de los expertos es que el clima es «complicado», aunque donde hay «mayor incertidumbre» es en estimar en cuánto aumentaría la temperatura si no responde la sociedad a este problema.

«Hay que analizarlo como un riesgo», dijo, para añadir: «a lo mejor no cambia tanto, podría ser hacia tres y cinco grados a finales de siglo si no se hace nada», aunque señaló que, si fueran «seis o siete grados sí podría tener impactos realmente muy preocupantes como que desaparezca el Amazonas o impactos muy graves como que suba el nivel del mar metros».

A su juicio, «la sociedad debe aprender a adaptarse pero de ninguna manera debería de aceptarse el no hacer nada, porque ahí el riesgo es enorme». El experto indicó que muchos economistas están de acuerdo en que eso «debería dominar las decisiones de la sociedad».

Un Premio Nobel asegura que la técnica del «fracking» es segura aunque advierte de que se debe realizar «con mucho cuidado»

Así lo indicó a preguntas de los medios con motivo de su asistencia en Valencia a las deliberaciones de los Premios Rey Jaime I, donde el físico atmosférico mexicano y profesor participa como jurado. Molina explicó que en EEUU hay estudios que indican que se pueden adoptar las medidas necesarias para que no haya daños significativos al medio ambiente y defendió que merece la pena invertir por parte de las compañías en que no se produzcan daños en el medio ambiente.

El experto subrayó que la geología y las fuentes de estos gases «varían mucho», según los datos aplicables en EEUU. Como factores «preocupantes potenciales» citó la contaminación de los acuíferos, aunque generalmente están separados, y contaminación por productos químicos y de fugas de metano, que también se pueden «minimizar».

En este sentido, apuntó que el consenso de los expertos es que «a reserva de estudiarlo en cada país y cada fuente, sí es un desarrollo importante pero temporal», ya que se trata de obtener un «combustible de transición» porque, en última instancia, el gas también tiene carbono «y habrá que eliminar las emisiones de carbono». «No inmediatamente, pero sí en unas décadas», dijo.

Preguntado por la situación de la capa de ozono, el experto defendió que el protocolo de Montreal –diseñado para proteger la capa de ozono reduciendo la producción de determinadas sustancias– funcionó «muy bien y el problema está resuelto desde hace años». En esta línea, destacó la necesidad de «tenerlo presente» porque constituye «el antecedente que hay de que se pueden resolver los problemas ambientales globales del planeta». De hecho, subrayó que es «el único ejemplo que hay de que se pueden resolver los problemas reales».

No obstante, recalcó que el problema «no se ha resuelto porque los compuestos que se emitieron se eliminan de la atmósfera muy poco a poco» por lo que «hasta mediados del siglo no se recuperará con claridad la capa de ozono». «Lo más importante es que desde 1996 la sociedad ya no produce los compuestos industriales que dañaban la capa del ozono», indicó.

Preguntado por cómo debería ser el cambio energético, defendió que se acelere desde el punto de vista político y económico a través de un impuesto generalizado a las emisiones de carbono, «importante desde el principio». A su juicio, sería «la única manera sencilla» de reducir el uso de combustibles fósiles. No obstante, reconoció que la crisis financiera ha «retrasado» la situación porque, por ejemplo, se tuvo que parar los subsidios a las energías renovables.

Interpelado igualmente por lo que podría suceder si se eleva la temperatura en la tierra, indicó que el consenso de los expertos es que el clima es «complicado», aunque donde hay «mayor incertidumbre» es en estimar en cuánto aumentaría la temperatura si no responde la sociedad a este problema.

«Hay que analizarlo como un riesgo», dijo, para añadir: «a lo mejor no cambia tanto, podría ser hacia tres y cinco grados a finales de siglo si no se hace nada», aunque señaló que, si fueran «seis o siete grados sí podría tener impactos realmente muy preocupantes como que desaparezca el Amazonas o impactos muy graves como que suba el nivel del mar metros».

A su juicio, «la sociedad debe aprender a adaptarse pero de ninguna manera debería de aceptarse el no hacer nada, porque ahí el riesgo es enorme». El experto indicó que muchos economistas están de acuerdo en que eso «debería dominar las decisiones de la sociedad».

Un Premio Nobel asegura que la técnica del «fracking» es segura aunque advierte de que se debe realizar «con mucho cuidado»

Así lo indicó a preguntas de los medios con motivo de su asistencia en Valencia a las deliberaciones de los Premios Rey Jaime I, donde el físico atmosférico mexicano y profesor participa como jurado. Molina explicó que en EEUU hay estudios que indican que se pueden adoptar las medidas necesarias para que no haya daños significativos al medio ambiente y defendió que merece la pena invertir por parte de las compañías en que no se produzcan daños en el medio ambiente.

El experto subrayó que la geología y las fuentes de estos gases «varían mucho», según los datos aplicables en EEUU. Como factores «preocupantes potenciales» citó la contaminación de los acuíferos, aunque generalmente están separados, y contaminación por productos químicos y de fugas de metano, que también se pueden «minimizar».

En este sentido, apuntó que el consenso de los expertos es que «a reserva de estudiarlo en cada país y cada fuente, sí es un desarrollo importante pero temporal», ya que se trata de obtener un «combustible de transición» porque, en última instancia, el gas también tiene carbono «y habrá que eliminar las emisiones de carbono». «No inmediatamente, pero sí en unas décadas», dijo.

Preguntado por la situación de la capa de ozono, el experto defendió que el protocolo de Montreal –diseñado para proteger la capa de ozono reduciendo la producción de determinadas sustancias– funcionó «muy bien y el problema está resuelto desde hace años». En esta línea, destacó la necesidad de «tenerlo presente» porque constituye «el antecedente que hay de que se pueden resolver los problemas ambientales globales del planeta». De hecho, subrayó que es «el único ejemplo que hay de que se pueden resolver los problemas reales».

No obstante, recalcó que el problema «no se ha resuelto porque los compuestos que se emitieron se eliminan de la atmósfera muy poco a poco» por lo que «hasta mediados del siglo no se recuperará con claridad la capa de ozono». «Lo más importante es que desde 1996 la sociedad ya no produce los compuestos industriales que dañaban la capa del ozono», indicó.

Preguntado por cómo debería ser el cambio energético, defendió que se acelere desde el punto de vista político y económico a través de un impuesto generalizado a las emisiones de carbono, «importante desde el principio». A su juicio, sería «la única manera sencilla» de reducir el uso de combustibles fósiles. No obstante, reconoció que la crisis financiera ha «retrasado» la situación porque, por ejemplo, se tuvo que parar los subsidios a las energías renovables.

Interpelado igualmente por lo que podría suceder si se eleva la temperatura en la tierra, indicó que el consenso de los expertos es que el clima es «complicado», aunque donde hay «mayor incertidumbre» es en estimar en cuánto aumentaría la temperatura si no responde la sociedad a este problema.

«Hay que analizarlo como un riesgo», dijo, para añadir: «a lo mejor no cambia tanto, podría ser hacia tres y cinco grados a finales de siglo si no se hace nada», aunque señaló que, si fueran «seis o siete grados sí podría tener impactos realmente muy preocupantes como que desaparezca el Amazonas o impactos muy graves como que suba el nivel del mar metros».

A su juicio, «la sociedad debe aprender a adaptarse pero de ninguna manera debería de aceptarse el no hacer nada, porque ahí el riesgo es enorme». El experto indicó que muchos economistas están de acuerdo en que eso «debería dominar las decisiones de la sociedad».

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