El gran operador

Hay que volver a la teoría económica del monopolio para recordar cuáles son las características y comportamientos de este tipo de empresas. La primera es que el equilibrio económico del monopolio siempre es menos eficiente, es decir, es más costoso que el que resulta del mercado. La segunda es que el monopolio explosiona. El monopolio tiene tendencias expansionistas, de forma que considera que todo límite o perímetro es alcanzable por sus tentáculos, hasta convertirse en un protagonista omniscente y omnimodo. Se convierte en el gran dictador, en el gran operador; en consecuencia, lo que debe ocurrir es que el monopolio necesita frenos. Y, por tanto, debe estar sujeto a muy estricta regulación, a una intensa supervisión y a un control muy fuerte desde los poderes públicos.

Red Eléctrica de España es, a la vez, un monopolio y una empresa privada. En la actividad de transporte es monopolista y transportista único. Además, en la empresa reside el operador del sistema (gestor técnico). Y REE es privada, aunque siga con un 20% en manos de la SEPI, pendiente de una operación de venta de un 10% que inexplicablemente se posterga sine die, con los problemas existentes en la economía española para enjugar el déficit público, por la capacidad de emboscada que concitan sus cúpulas designadas desde la política por turnos. Del mismo modo, también está pendiente la separación jurídica, económica y de propiedad del operador de transporte y del de sistema.

Razón de más para que la necesidad de supervisión, control y perimetración de la Administración y del Estado fuera muy férrea y las aventuras para mantener el valor de los accionistas fueran mucho más controladas, máxime cuando se realizan en detrimento del sistema. Su doble condición de empresa privada y monopolio requiere guante de hierro y no permitir así que por el procedimiento de la mancha de aceite acabe en una empresa «pseudopúblicaprivada» en todas las actividades, como si fuéramos venezolanos.

¿Qué ocurre a cambio? REE es quien mediatiza la actuación de la Administración y los reguladores españoles. La administración española actúa con una extrema debilidad de recursos y capacidades a la hora de poder controlar un brazo armado tan poderoso y con una competencia tal a nivel técnico. Por su parte, REE tiende a ofrecerse al Gobierno para sus enjuagues que, paradójicamente, no responden a un modelo de liberalización de mercado y de separación de actividades, incluyendo la elaboración de informes sedicentes: entreguismo a tope y captura del regulador por el monopolio. Las alianzas provenientes de los lazos que unen a sus dirigentes desde la política facilitan de forma comprensiva y comprensible que esas iniciativas lleguen hasta la cocina. Mientras, los distintos sectores y subsectores energéticos se enteran de la regulación sin negociación, ni diálogo, a hechos consumados y bajo la bota.

Y, en ese estado de cosas es en el que resulta difícil recordar un momento en que la empresa privada Red Eléctrica de España, con comportamientos y cúpulas directivas (más que públicas, políticas) haya tenido más grados de libertad en su actuación, haya estado más suelta. Y eso ocurre con un gobierno presuntamente liberal. De hecho, el Ministerio, en manos de dos supuestos liberales, trata de meter a REE en la generación hidráulica por bombeo en Canarias. El esquema siempre el mismo: la regulación, utilizando el BOE, inventando definiciones oportunistas para profanar la Ley del Sector Eléctrico y las Directivas Europeas, en las que se recoge de forma nítida la separación de actividades. Ahí donde se quiere poner niebla.

Por otro lado, también en fechas recientes, se ha conocido la propuesta de nacionalización encubierta de las redes de distribución para darle la gestión de las mismas a REE, manteniendo la titularidad de las distribuidoras y evitar un proceso de compensación. El BOE o la amenaza de BOE. Y, ahora, se conoce la intención de volver a redefinir las redes de alta tensión, en versión hardcore, del extinto Ignasi Nieto, último que manipuló en su momento la legislación para favorecer expropiaciones a las distribuidoras a favor del transportista único. El BOE o la amenaza de BOE. Siempre.

Una tras otra, todas las iniciativas son sucesivas, coinciden en el tiempo y están enunciadas con todo desparpajo e insolencia, impúdicamente, incluso contra las Directivas Europeas. REE liquida sus ingresos del recibo de la luz de forma preferente y anticipada en el tiempo, coloca las inversiones más jugosas en la planificación eléctrica (no las más necesarias), pero de la reducción retributiva para contribuir a la reducción del déficit tarifario nada se sabe. Hasta incluso se podría escenificar un «sacrificio» a cambio de la expropiación de terceros. Y todo parte de ser sabedores del papel de juez y parte, de configurarse como el Gran Hermano del sector eléctrico en pos de la expansión en sus funciones. Siempre con el aliado del BOE.

REE está suelta. Bueno, el monopolista y transportista único, en realidad, está en expansión favorecida por un gobierno de turnos de tinte estatalista y monopolista. Sus políticos-dirigentes, presentes y pasados, ríen satisfechos, campan y acampan en el Ministerio. Y se unen y abren los codos en medio de la nada.

El gran operador

Hay que volver a la teoría económica del monopolio para recordar cuáles son las características y comportamientos de este tipo de empresas. La primera es que el equilibrio económico del monopolio siempre es menos eficiente, es decir, es más costoso que el que resulta del mercado. La segunda es que el monopolio explosiona. El monopolio tiene tendencias expansionistas, de forma que considera que todo límite o perímetro es alcanzable por sus tentáculos, hasta convertirse en un protagonista omniscente y omnimodo. Se convierte en el gran dictador, en el gran operador; en consecuencia, lo que debe ocurrir es que el monopolio necesita frenos. Y, por tanto, debe estar sujeto a muy estricta regulación, a una intensa supervisión y a un control muy fuerte desde los poderes públicos.

Red Eléctrica de España es, a la vez, un monopolio y una empresa privada. En la actividad de transporte es monopolista y transportista único. Además, en la empresa reside el operador del sistema (gestor técnico). Y REE es privada, aunque siga con un 20% en manos de la SEPI, pendiente de una operación de venta de un 10% que inexplicablemente se posterga sine die, con los problemas existentes en la economía española para enjugar el déficit público, por la capacidad de emboscada que concitan sus cúpulas designadas desde la política por turnos. Del mismo modo, también está pendiente la separación jurídica, económica y de propiedad del operador de transporte y del de sistema.

Razón de más para que la necesidad de supervisión, control y perimetración de la Administración y del Estado fuera muy férrea y las aventuras para mantener el valor de los accionistas fueran mucho más controladas, máxime cuando se realizan en detrimento del sistema. Su doble condición de empresa privada y monopolio requiere guante de hierro y no permitir así que por el procedimiento de la mancha de aceite acabe en una empresa «pseudopúblicaprivada» en todas las actividades, como si fuéramos venezolanos.

¿Qué ocurre a cambio? REE es quien mediatiza la actuación de la Administración y los reguladores españoles. La administración española actúa con una extrema debilidad de recursos y capacidades a la hora de poder controlar un brazo armado tan poderoso y con una competencia tal a nivel técnico. Por su parte, REE tiende a ofrecerse al Gobierno para sus enjuagues que, paradójicamente, no responden a un modelo de liberalización de mercado y de separación de actividades, incluyendo la elaboración de informes sedicentes: entreguismo a tope y captura del regulador por el monopolio. Las alianzas provenientes de los lazos que unen a sus dirigentes desde la política facilitan de forma comprensiva y comprensible que esas iniciativas lleguen hasta la cocina. Mientras, los distintos sectores y subsectores energéticos se enteran de la regulación sin negociación, ni diálogo, a hechos consumados y bajo la bota.

Y, en ese estado de cosas es en el que resulta difícil recordar un momento en que la empresa privada Red Eléctrica de España, con comportamientos y cúpulas directivas (más que públicas, políticas) haya tenido más grados de libertad en su actuación, haya estado más suelta. Y eso ocurre con un gobierno presuntamente liberal. De hecho, el Ministerio, en manos de dos supuestos liberales, trata de meter a REE en la generación hidráulica por bombeo en Canarias. El esquema siempre el mismo: la regulación, utilizando el BOE, inventando definiciones oportunistas para profanar la Ley del Sector Eléctrico y las Directivas Europeas, en las que se recoge de forma nítida la separación de actividades. Ahí donde se quiere poner niebla.

Por otro lado, también en fechas recientes, se ha conocido la propuesta de nacionalización encubierta de las redes de distribución para darle la gestión de las mismas a REE, manteniendo la titularidad de las distribuidoras y evitar un proceso de compensación. El BOE o la amenaza de BOE. Y, ahora, se conoce la intención de volver a redefinir las redes de alta tensión, en versión hardcore, del extinto Ignasi Nieto, último que manipuló en su momento la legislación para favorecer expropiaciones a las distribuidoras a favor del transportista único. El BOE o la amenaza de BOE. Siempre.

Una tras otra, todas las iniciativas son sucesivas, coinciden en el tiempo y están enunciadas con todo desparpajo e insolencia, impúdicamente, incluso contra las Directivas Europeas. REE liquida sus ingresos del recibo de la luz de forma preferente y anticipada en el tiempo, coloca las inversiones más jugosas en la planificación eléctrica (no las más necesarias), pero de la reducción retributiva para contribuir a la reducción del déficit tarifario nada se sabe. Hasta incluso se podría escenificar un «sacrificio» a cambio de la expropiación de terceros. Y todo parte de ser sabedores del papel de juez y parte, de configurarse como el Gran Hermano del sector eléctrico en pos de la expansión en sus funciones. Siempre con el aliado del BOE.

REE está suelta. Bueno, el monopolista y transportista único, en realidad, está en expansión favorecida por un gobierno de turnos de tinte estatalista y monopolista. Sus políticos-dirigentes, presentes y pasados, ríen satisfechos, campan y acampan en el Ministerio. Y se unen y abren los codos en medio de la nada.

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