Los consumidores acogidos a la TUR han pagado 1.700 millones de euros de más desde 2009 por deficiencias de la subasta Cesur

Cerca de la mitad de la TUR corresponde al coste de la energía y se fija en las subastas trimestrales Cesur, de las que sale un precio para los próximos tres meses que es el que se carga al consumidor final. No obstante, este precio fue desde 2009 siempre superior al que marca el mercado mayorista, el «pool», salvo en una ocasión puntual.

El problema, explicó Morales, es el que el consumidor está pagando durante tres meses un precio fruto de la subasta muy superior al real, y que todo el dinero que se paga de más se va en buena parte a la cadena de producción y comercialización de electricidad, así como a intermediados financieros que especulan con la electricidad.

El ejemplo más ilustrativo se produjo en el primer trimestre de este año. Los consumidores pagaron 45,41 euros por megavatio hora (MWh) en su factura, pero el precio del «pool» fue de apenas 18 euros. Dicho de otro modo, no disfrutaron del abaratamiento del mercado, sino que acabaron pagando 2,5 veces más.

Morales, que es también socio protector de la Fundación Renovables y director general de la empresa energética GeoAtlanter, explicó que este problema procede de la etapa del ministro Miguel Sebastián, cuando en 2009 se creó este mecanismo, y que ya por entonces pidió a los técnicos del Ministerio de Industria que al menos informaran a los consumidores de lo que estaba pasando.

Según sus cálculos, a partir de datos del operador del mercado Omie, hasta marzo de 2013 el consumidor pagó 276 millones de euros de más por la energía, lo que no fue un hecho aislado, ya que en 2009 pagó 445 millones de euros; en 2010, 498 millones de euros; en 2011, 203 millones de euros, y en 2012, 258 millones de euros.

Sólo hubo un trimestre, el tercero de 2011, en el que el precio de la subasta fue inferior al del «pool», y se da la circunstancia de que este fue precisamente uno de los dos trimestres usados por la Comisión Nacional de la Energía (CNE) para investigar el funcionamiento de las Cesur, con lo que el regulador no encontró anomalías, lamentó Morales.

«El consumidor no se está beneficiando de unas subastas que no tienen en cuenta la evolución del mercado», afirmó, antes de recordar que antes de 2009 las diferencias entre las previsiones y el resultado del trimestre se compensaban trancurridos los tres meses, con lo que el usuario podía recibir lo pagado de más, lo que ahora no ocurre.

El miembro de Plataforma por un Nuevo Modelo Energético denuncia dos fenómenos que, en el primer trimestre de este año, en el que el viento y la lluvia han elevado la producción renovables, se aprecian de forma más evidente.

Por un lado, el consumidor paga un precio de mercado superior al de mercado real, donde los precios quedaron hundidos gracias a las renovables. Por el otro, el consumidor no sólo no disfruta de esta contribución de las renovables, sino que además debe afrontar el efecto «inducido» de un aumento de primas en la otra parte del recibo, la regulada.

De esta forma, se eleva el déficit de tarifa, que se produce en la parte regulada del recibo, y el consumidor recibe el mensaje de que paga demasiado por las renovables y que no paga lo suficiente para cubrir los costes regulados. En definitiva, se paga más por la parte de mercado del recibo, pero menos por la parte regulada, y de fondo se genera un déficit de tarifa de casi 30.000 millones de euros..

Morales señaló además que el informe de la CNE sobre las subastas sólo se hizo parcialmente público, hasta el punto de omitir buena parte de la información por considerarla confidencial, incluso en el resumen ejecutivo.

Por este motivo, explicó que sólo puede conocerse dónde va una pequeña parte del dinero que el consumidor paga de más por el mercado, que es al mecanismo Resur en el que se ajusta la retribución al régimen especial, renovables incluidas.

«Es imposible saber adónde va el resto», si bien se puede presumir a su juicio de que la «especulación» de «intermediarios financieros» que compran electricidad barata y la venden a precio de subasta se lleva una buena parte.

Los consumidores acogidos a la TUR han pagado 1.700 millones de euros de más desde 2009 por deficiencias de la subasta Cesur

Cerca de la mitad de la TUR corresponde al coste de la energía y se fija en las subastas trimestrales Cesur, de las que sale un precio para los próximos tres meses que es el que se carga al consumidor final. No obstante, este precio fue desde 2009 siempre superior al que marca el mercado mayorista, el «pool», salvo en una ocasión puntual.

El problema, explicó Morales, es el que el consumidor está pagando durante tres meses un precio fruto de la subasta muy superior al real, y que todo el dinero que se paga de más se va en buena parte a la cadena de producción y comercialización de electricidad, así como a intermediados financieros que especulan con la electricidad.

El ejemplo más ilustrativo se produjo en el primer trimestre de este año. Los consumidores pagaron 45,41 euros por megavatio hora (MWh) en su factura, pero el precio del «pool» fue de apenas 18 euros. Dicho de otro modo, no disfrutaron del abaratamiento del mercado, sino que acabaron pagando 2,5 veces más.

Morales, que es también socio protector de la Fundación Renovables y director general de la empresa energética GeoAtlanter, explicó que este problema procede de la etapa del ministro Miguel Sebastián, cuando en 2009 se creó este mecanismo, y que ya por entonces pidió a los técnicos del Ministerio de Industria que al menos informaran a los consumidores de lo que estaba pasando.

Según sus cálculos, a partir de datos del operador del mercado Omie, hasta marzo de 2013 el consumidor pagó 276 millones de euros de más por la energía, lo que no fue un hecho aislado, ya que en 2009 pagó 445 millones de euros; en 2010, 498 millones de euros; en 2011, 203 millones de euros, y en 2012, 258 millones de euros.

Sólo hubo un trimestre, el tercero de 2011, en el que el precio de la subasta fue inferior al del «pool», y se da la circunstancia de que este fue precisamente uno de los dos trimestres usados por la Comisión Nacional de la Energía (CNE) para investigar el funcionamiento de las Cesur, con lo que el regulador no encontró anomalías, lamentó Morales.

«El consumidor no se está beneficiando de unas subastas que no tienen en cuenta la evolución del mercado», afirmó, antes de recordar que antes de 2009 las diferencias entre las previsiones y el resultado del trimestre se compensaban trancurridos los tres meses, con lo que el usuario podía recibir lo pagado de más, lo que ahora no ocurre.

El miembro de Plataforma por un Nuevo Modelo Energético denuncia dos fenómenos que, en el primer trimestre de este año, en el que el viento y la lluvia han elevado la producción renovables, se aprecian de forma más evidente.

Por un lado, el consumidor paga un precio de mercado superior al de mercado real, donde los precios quedaron hundidos gracias a las renovables. Por el otro, el consumidor no sólo no disfruta de esta contribución de las renovables, sino que además debe afrontar el efecto «inducido» de un aumento de primas en la otra parte del recibo, la regulada.

De esta forma, se eleva el déficit de tarifa, que se produce en la parte regulada del recibo, y el consumidor recibe el mensaje de que paga demasiado por las renovables y que no paga lo suficiente para cubrir los costes regulados. En definitiva, se paga más por la parte de mercado del recibo, pero menos por la parte regulada, y de fondo se genera un déficit de tarifa de casi 30.000 millones de euros..

Morales señaló además que el informe de la CNE sobre las subastas sólo se hizo parcialmente público, hasta el punto de omitir buena parte de la información por considerarla confidencial, incluso en el resumen ejecutivo.

Por este motivo, explicó que sólo puede conocerse dónde va una pequeña parte del dinero que el consumidor paga de más por el mercado, que es al mecanismo Resur en el que se ajusta la retribución al régimen especial, renovables incluidas.

«Es imposible saber adónde va el resto», si bien se puede presumir a su juicio de que la «especulación» de «intermediarios financieros» que compran electricidad barata y la venden a precio de subasta se lleva una buena parte.

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