La AIE advierte de la necesidad de invertir en infraestructuras energéticas
La incertidumbre sobre la política contra el cambio climático es el mayor obstáculo que amenaza las inversiones en las nuevas capacidades eléctricas que serán necesarias en los próximos diez años para cubrir la demanda, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Levantar esa incertidumbre exige un marco de regulación claro sobre los requerimientos medioambientales, y que vaya más allá del Protocolo de Kyoto para establecer un horizonte a una veintena de años vista, declaró el jueves el director ejecutivo de la AIE, Claude Mandil, en conferencia de prensa.
«El problema es que no se sabe qué ocurrirá con el Protocolo de Kyoto después de 2012″, explicó Mandil en la presentación de un informe sobre los retos en la inversión en generación eléctrica en los países de la organización.
Reconoció que hace falta un acuerdo internacional en el que participen «los grandes emisores» de dióxido de carbono (CO2) y «preferentemente con todos los emisores».
Es una alusión a la necesidad de incorporar a los grandes países emergentes en el mecanismo que venga a suceder al Protocolo de Kyoto -que establece objetivos de limitación de emisiones de CO2 sólo para los Estados desarrollados-, teniendo en cuenta por ejemplo que China podría convertirse desde 2009 -según la AIE- en el país que más cantidad de este gas expulsa a la atmósfera.
Además, Mandil indicó que el acuerdo debe fijar un horizonte «al menos para 20 años«, ya que las inversiones en nuevas centrales eléctricas necesitan una perspectiva temporal larga para reducir los riesgos de las inversiones.
«El mayor riesgo para la seguridad energética es la falta de inversión», subrayó el director ejecutivo, quien advirtió de los retrasos acumulados en los proyectos para aumentar la capacidad de generación eléctrica en la AIE, que reúne a los grandes países consumidores de energía miembros de la OCDE.
Según la última edición del informe anual de previsiones de la organización, sus Estados tendrán que incrementar su capacidad eléctrica en 466 gigavatios, el equivalente al 20% de la capacidad existente.
El conjunto de proyectos supone el 29% de la potencia instalada, pero el problema es que muchos de ellos no llegan a materializarse por el aumento de costes o se retrasan por dificultades para lograr autorizaciones o por la oposición de afectados, explicó Ulrik Stridbaek, uno de los autores del documento.
Mandil lamentó que los retrasos derivados de las aprobaciones de las autoridades de regulación para nuevas centrales eléctricas frustran muchos mercados, incrementan los costes de los proyectos y pueden poner en peligro la seguridad de suministro.
Estas dificultades se plantean de forma más acusada en el caso de plantas de generación nuclear y en las redes de transporte de electricidad.
Esos obstáculos son los que han conducido al desarrollo en particular de las centrales de gas y a las instalaciones eólicas durante la pasada década.
«Las turbinas de ciclo combinado de gas y la energía eólica son necesarias, pero es motivo de preocupación centrarse casi de manera exclusiva en estas tecnologías» para la futura combinación energética, comentó el responsable de la AIE.
Precios del petróleo demasiado altos
Mandil se ha referido además al petróleo y ha explicado que los precios se mantienen a un nivel demasiado elevado. Una de las razones, afirma, radica en que hace falta aumentar las capacidades mundiales de producción y de refino.
Mandil, que presentaba dos informes de la AIE sobre el mercado del gas y sobre los riesgos de carencias de inversiones en la electricidad, señaló que igualmente pesa el hecho de que durante años en el mundo hubo una capacidad de producción de crudo y de refino excedentarias, lo que no incitaba a la inversión.
El director ejecutivo de la AIE reiteró su oposición a la creación de una organización equivalente en el gas a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
«En la AIE no nos gustan los cárteles» porque «hay que dejar que actúen las fuerzas del mercado» para una mayor eficiencia y para la fijación de los precios, indicó.
No obstante, puntualizó que «no estamos muy preocupados» por la idea de un cártel en esta fuente de energía ya que «el mercado del gas es muy específico», ya que en gran medida se basa en contratos de aprovisionamiento a largo plazo y en compra-ventas a escala regional, con precios que varían también de una región a otra.
Mandil criticó las políticas que llevan a cabo algunos países para subvencionar la energía, y la descalificó incluso cuando el objetivo es ayudar a los grupos sociales más pobres, porque a su juicio al final son los ricos los que más se benefician, puesto que son quienes más energía consumen.

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