La situación energética de Japón es «bastante grave», según afirma el ministro nipón de Industria
Edano, al frente de Industria desde septiembre de 2011, hizo estas declaraciones después de que un informe apuntara a que en la provincia de Kansai, la más poblada de Japón, la demanda de energía podría superar a la oferta hasta casi un 15 por ciento en las horas punta de este verano.
El ministro mostró su deseo de «evitar imponer medidas obligatorias de ahorro de energía» en los meses de más calor, pero también reconoció, en declaraciones recogidas por la agencia Kyodo, que la situación es preocupante.
La crisis nuclear desatada en Fukushima por el devastador tsunami de marzo del año pasado ha llevado a la paralización gradual, por seguridad o mantenimiento, de todos los reactores nucleares comerciales del archipiélago, el último de ellos el de Tomari (norte), detenido el pasado fin de semana.
Antes del accidente nuclear la tercera economía mundial obtenía casi un 30 por ciento de su electricidad gracias a las centrales atómicas, por lo que en los últimos meses el país ha tenido que aumentar el ritmo de sus plantas térmicas y las importaciones de hidrocarburos.
El pasado verano, el Gobierno impuso las primeras restricciones eléctricas obligatorias en 37 años en algunas áreas de Tokio y Tohoku (noreste de Japón) para afrontar la escasez eléctrica provocada por la crisis en Fukushima Daiichi.
Para ahorrar electricidad, parte de la industria nipona tomó medidas como la de cambiar turnos para hacer funcionar las fábricas los fines de semana, cuando el consumo es generalmente menor, y pararlas en cambio los jueves y viernes, lo que podría repetirse este verano.
Desde que el tsunami provocara en Fukushima la peor crisis nuclear desde la de Chernóbil ninguno de los reactores nipones parados han sido reactivados, ya que antes necesitan el visto bueno de las autoridades locales, que por el momento se oponen a su reapertura.
Japón detiene el último de sus reactores nucleares en activo tras la crisis de la planta de Fukushima
La detención del último reactor nuclear activo en Japón, dejará al país sin ninguna de las 54 centrales atómicas con las que contaba en funcionamiento antes de la crisis desatada en marzo de 2011 en la planta de Fukushima.
Con la parada por revisión rutinaria del reactor número 3 de la central nuclear de Tomari, en la isla septentrional de Hokkaido, Japón dejará de producir electricidad a través de la energía nuclear por primera vez en 42 años.
La operadora de la planta, Hokkaido Electric Power, comenzó a reducir la potencia del reactor de Tomari para proceder a la detención de su generador, en un proceso que concluyó en unas tres horas, según informó la televisión local NHK.
Con todos sus reactores detenidos, y ante las pocas posibilidades de reactivar ninguno de ellos a corto plazo, Japón, un país que dependía en cerca de un 30% de este tipo de energía antes de Fukushima, teme que las altas temperaturas del verano disparen la demanda y se pueda producir una falta de suministro energético.
Desde que el tsunami del pasado 11 de marzo de 2011 arrasara la costa noreste del país y causara la peor crisis nuclear desde Chernóbil (Ucrania), el Gobierno reforzó las medidas de seguridad en las centrales, a las que exige superar unas pruebas de resistencia ante catástrofes similares a la del año pasado.
A pesar de que de los reactores 3 y 4 de la central nuclear de Oi, en la región de Kansai (centro), superaron los test de seguridad, el Gobierno se topó para su reactivación con el rechazo de las regiones y ciudades que acogen las centrales, en las que se esperan cortes en el suministro durante el verano.
En este sentido, el Gabinete del primer ministro, Yoshihiko Noda, intensificó las reuniones para intentar convencer a las administraciones locales de la necesidad de reactivar las unidades de Oi, que según sus cálculos podrían aportar hasta 2,36 millones de kilovatios extra en la región.
Para poder garantizar la demanda sin energía nuclear en las grandes ciudades del país como Tokio, cuya área metropolitana cuenta con más de 30 millones de habitantes, las operadoras eléctricas potenciaron el uso de las plantas térmicas, lo que intensificó el gasto en la importación de crudo y gas licuado.



Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir