El hombre tranquilo
Reconcilia también por el hecho de la reivindicación de la vida democrática, de la vida parlamentaria, del papel de los parlamentarios de raza, en el estudio profundo y dedicación a las cuestiones públicas, más allá de la consecución de presencia y notoriedad que imprime la urgencia de la «república independiente de Facebook» en palabras de Enric Juliana.
Reconcilia porque en su conversación, pausada, incluso dulce, se denota la capacidad de quien ha ejercido responsabilidad, de quien ha resuelto problemas y conflictos y, por tanto, es capaz de pararse a analizarlos y aterrizarlos con mínimos dogmatismos. Segura habla con la sabiduría, el orgullo tranquilo de la edad y de ser abuelo, inclusive para reclamar talante democrático y respeto hacia al adversario político. Y, lo hace también sin sugerir interpretaciones perversas o segundas intenciones en el adversario, que serían casi una consecuencia lógica. No da ese paso nunca, en un ejercicio de madurez y contención. No es poco; es mucho y sorprendente.
Su respeto al actual ministro de Industria, José Manuel Soria, como candidato in pectore del Partido Popular para las elecciones al parlamento de Canarias, por su capacidad y olfato político, es indudable. Incluso se podría imaginar en una de esas famosas comparecencias de Marti Scharfhausen cómo, al finalizar, con elegancia hasta sincera, se acerca al exsecretario de Estado para agradecerle su presencia en la casa de los representantes públicos. En la entrevista, su aceptación del rodillo popular de cara a la aprobación de esta ley es, como poco, deportiva. Por eso, su opinión es mucho más valiosa y matizada. Y, la reivindicación de ser canario, de procurar lo mejor para las Islas, alejada de los focos y del «entertainment» de la política, tiene el valor de lo esencial.
Lo que pasa es que conjuntamente a ese respeto y bonhomía, José Segura apunta y señala con el dedo, de forma muy suave, eso sí, a temas graves y espinosos, cuestiones muy relevantes, trascendentes y serias, que no pasarían desapercibidas en sociedades con una mayor madurez democrática e institucional. Disfunciones que sería imposible que sucedieran en otro momento o en otro país. Actuaciones y comportamientos que sólo son posibles aquí y ahora, en un país como el nuestro en que la perversión de los mecanismos institucionales ha llevado al valor de esta labor al nivel de bono basura. Y, Segura los posee de su carga de escándalo, su carga de insania, incluso de su carga simbólica, para darle el cariz de servicio a la sociedad, a los ciudadanos y al bien común.
Podemos enunciar cómo se trasluce de su entrevista, respecto de la Ley de los Sistemas Extrapensínsulares, el desprecio del Ministerio de Industria hacia las comunidades autónomas y a lo establecido en la Ley del Sector Eléctrico a la hora de tomar en consideración de forma previa su opinión. Ley, que por cierto, fue el propio Partido Popular el que la aprobó. También, la forma de revestir el proyecto, escamoteando y utilizando a las ciudades autónomas de Ceuta, Melilla y al archipiélago balear para dar cobertura a las intenciones del ministro. La pretensión de achatarrar las instalaciones eléctricas de las islas al alcanzar los 25 años de antigüedad, de forma contraria a la racionalidad económica y al comportamiento de los populares con otras instalaciones como las nucleares. Desmonta la idea de que el proyecto de ley intenta incrementar la competencia en generación en el archipiélago, con la obviedad de que ya estaba liberalizada esta actividad y que nadie había ido a ejercerla, por el hecho de que estaba mal retribuida. Una ley no cambia necesariamente una realidad, ni siquiera a golpes y esto es un gran aprendizaje. Y, de la manera más sencilla, señala cómo la penalización al operador predominante actual, puede perjudicar la inversión y la potencia instalada en Canarias. Y lo hace sin utilizar la artillería pesada clásica de sugerir problemas en la seguridad de suministro.
Sin decirlo, sugiere cómo el Ejecutivo realiza un aprovechamiento de la realidad con la manipulación conceptual de la separación de actividades que contienen dicha ley y las directivas europeas energéticas, para burlar formalmente su contenido e ir perdiendo litigios europeos hasta la derrota final; repetición del modelo Zapatero basado en exprimir el diccionario. Si ponemos la palabra «estratégico» al carbón nacional, podemos seguir pagando y gastando a troche y moche. Con el mismo silogismo, los populares afirman que si una presa como Chira-Soria está destinada a regular el sistema eléctrico canario, se la podemos dar al operador de sistema y transporte y que se expropie. Qué bien y qué pronto este ejercicio de prestidigitación y escamoteo. Y, todo gracias a la semántica. Así de burdo. Y, además, con el riesgo añadido de que gracias a un argumento meramente oportunista y falaz sirva para que el operador de transporte y sistema eléctrico, una empresa privada con comportamientos de pública en lo malo, que actúa de transportista y monopolista único, se apropie de la actividad de generación por bombeo de todas las centrales de este tipo del país mediante procesos de expropiación, sin presentarse a los concursos para su explotación.
Esta cuestión, trascendental, la subversión de los mecanismos de adjudicación mediante concursos públicos, desautorizando a las administraciones hasta ahora competentes es una de las cuestiones más venenosas del proyecto de ley y que Segura simplemente subraya de forma cuidadosa. Por eso, de una forma tan sutil, Segura pone el dedo en la llaga de los réditos del intenso trabajo de despacho bajo cuerda de Red Eléctrica de España en el Ministerio de Industria y los grupos parlamentarios. Por otra parte, hay que reconocer que esta es una táctica que le sale bien. Una táctica que al operador de transporte y de sistema ya le sirvió para quedarse con redes utilizadas para la distribución de electricidad, cambiando regulatoriamente el criterio de titularidad de esta actividad de la función (actividad distributiva) a la tensión (un criterio técnico más ventajoso) y así conseguir su expropiación a bajo precio y capturar su retribución.
En paralelo, si tuviéramos que escribir un relato de lo que está pasando alrededor del equipo actual del Ministerio de Industria y de la Secretaría de Estado de Energía, se podrían diagnosticar tres tendencias que se evidencian en el trámite parlamentario de esta ley disfuncional. Probablemente, la primera sería que José Manuel Soria es mucho mejor candidato a la presidencia de Gobierno de Canarias que ministro de Industria, en los tiempos de la política politizada. Eso se aprecia en exceso por su afán de presencia pública y estrella mediática.
Segunda tendencia: que un exceso de audacia, temeridad, prisas y la falta de modelo están urgiendo a la cúpula de Industria ante ciertos problemas, junto a los deseos de pasar a cuchillo a sectores y empresas. ¿Por qué esa precipitación y ese ninguneo a las comunidades autónomas? ¿Por qué la arbitrariedad a lo hora de desmontar la potencia instalada? ¿Por qué otorga en bandeja de plata la actividad de generación hidráulica por bombeo al operador de transporte?
Y la tercera cuestión es la arrogancia y la falta de diálogo con los sectores empresariales, energéticos e instituciones en un comportamiento solipsista y bunkerizado en la administración energética actual. En ese formato, la entente Nadal-Soria se beneficia hoy de la configuración de una Comisión Nacional de Energía en formato «kindergarden», cuando en otros países estos órganos tienen una capacidad referencial frente al Ejecutivo, y además, en nuestro caso, incorporan el canal de representación de los sectores eléctrico y gasista de las comunidades autónomas. Otra cosa es que se les haga caso.
Como ven, de la lectura de los dos comportamientos políticos expuestos, se deduce la existencia de dos estilos. Vencer versus convencer. Frente a la arrogancia, la urgencia, la precipitación, la temeridad, la ambición política sin cortapisas, hay delante otro comportamiento: reflexión, análisis, ausencia de dogmatismo, bien común y, en definitiva, un hombre con una tiza. Una dialéctica particular. Son dos modelos.



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