El lado bueno del compás de espera

Los primeros indicios de sus estudios y apreciaciones, publicados en varios medios de comunicación, van en la línea de que está haciendo un esfuerzo importante para ponerse al día sectorial. Además, como era de esperar, está estudiando la remodelación de su equipo, siendo hombres clave de esa remodelación el futuro del propio Ignacio Rangel, abogado del Estado, jefe de Gabinete del anterior secretario de Estado y, de facto, secretario de Estado de Energía «in péctore» en el último período, y del propio director general, Jaime Suárez Pérez Lucas. Se admiten apuestas.

Del mismo modo se afirma que Alberto Nadal ya ha tomado constancia de que, pese a su discurso políticamente correcto, en el año 2012 lo avanzado para resolver el déficit de tarifa es poco o nada. Y anuncian la posibilidad de una ley de Energía y de una “revisión” del mercado eléctrico.

Por otra parte, este compás de espera se produce sin que hoy exista una orden de peajes, es decir, sin tener tarifas de acceso, presentadas con trampas en la última Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos del 2011 y donde la omertá se impuso. Es una muy grave anomalía. De hecho, se trata de la materialización de la impotencia y el fracaso del equipo anterior. Pero como dicen los ingleses «Every cloud has its silver lining«. Cada nube tiene su propia cobertura de plata. O, su traslación al refrán español, «No hay mal que por bien no venga«. Vean, si no, la película «El lado bueno de las cosas» que en próximos días se estrenará en España.

No obstante, hay un número importante de expertos en economía, teoría de los juegos y en procesos de decisión, que señalan la importancia que tiene el orden en que se toman decisiones y, por tanto, el proceso en el que se descartan opciones. De hecho, señalan que un proceso de decisión tomado en distinto orden, produce distintos resultados.

Así, el hecho de que el nuevo secretario de Estado tenga como primera tarea obligada la elaboración de una orden de peajes le permitirá, si lo hace correctamente y con el suficiente conocimiento, estudio, razonamiento y análisis económico, comprender lo que se decide en ella, lo que compone dicha orden y la importancia para entender qué es y será «su problema». Para ello, sólo debe hacerse las preguntas correctas sin engaños: ¿qué está incluido y qué debería estar en esas tarifas de acceso? ¿Qué dinámica de ciclogénesis explosiva llevan las primas a las renovables? ¿Cómo se deciden las inversiones reguladas y, en especial, en transporte? ¿Cómo se retribuyen? ¿Es la solución escarnecer a las tecnologías más eficientes y al mercado? Animamos encarecidamente al nuevo secretario de Estado a que haga la lectura económica que, sin marcos ideológicos y demagógicos, se extrae.

Si, además, se asesora y escucha en este proceso, este reto de las tarifas de acceso puede ser muy productivo para Alberto Nadal, así como un baño de realidad. Sería positivo que se trate de una decisión no contaminada por el trilerismo del año pasado para la gestión electoral de la tarifa eléctrica vía vasos comunicantes y compensaciones delirantes de ministro. Si no entra de partida en un modelo Nadal & Nadal, Nadal brothers, la decisión como pieza separada puede ser muy productiva para el secretario de Estado, si lo resuelve sin trampas ni ventajismos. Seguro.

Y, a lo mejor, si sabe leer la dinámica económica y los números, se ahorra meterse de hoz y coz en el fregado de enfrascarse en una reforma profunda del mercado eléctrico, centrándose en los problemas centrales y en las partidas capitales que crecen de forma desmedida en las tarifas de acceso. Según lo resuelva, a lo mejor le proporciona un camino de claridad en su ejecutoria o, por el contrario, se precipita al vacío y las tinieblas de los secretarios de Estado abducidos por la comunicación política. Porque Dios quita el sentido a quien quiere perder de vista, que decía Camilo José Cela.

Esperemos que este compás de espera sirva para algo, porque el del año pasado, ya vieron.

El lado bueno del compás de espera

Los primeros indicios de sus estudios y apreciaciones, publicados en varios medios de comunicación, van en la línea de que está haciendo un esfuerzo importante para ponerse al día sectorial. Además, como era de esperar, está estudiando la remodelación de su equipo, siendo hombres clave de esa remodelación el futuro del propio Ignacio Rangel, abogado del Estado, jefe de Gabinete del anterior secretario de Estado y, de facto, secretario de Estado de Energía «in péctore» en el último período, y del propio director general, Jaime Suárez Pérez Lucas. Se admiten apuestas.

Del mismo modo se afirma que Alberto Nadal ya ha tomado constancia de que, pese a su discurso políticamente correcto, en el año 2012 lo avanzado para resolver el déficit de tarifa es poco o nada. Y anuncian la posibilidad de una ley de Energía y de una “revisión” del mercado eléctrico.

Por otra parte, este compás de espera se produce sin que hoy exista una orden de peajes, es decir, sin tener tarifas de acceso, presentadas con trampas en la última Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos del 2011 y donde la omertá se impuso. Es una muy grave anomalía. De hecho, se trata de la materialización de la impotencia y el fracaso del equipo anterior. Pero como dicen los ingleses «Every cloud has its silver lining«. Cada nube tiene su propia cobertura de plata. O, su traslación al refrán español, «No hay mal que por bien no venga«. Vean, si no, la película «El lado bueno de las cosas» que en próximos días se estrenará en España.

No obstante, hay un número importante de expertos en economía, teoría de los juegos y en procesos de decisión, que señalan la importancia que tiene el orden en que se toman decisiones y, por tanto, el proceso en el que se descartan opciones. De hecho, señalan que un proceso de decisión tomado en distinto orden, produce distintos resultados.

Así, el hecho de que el nuevo secretario de Estado tenga como primera tarea obligada la elaboración de una orden de peajes le permitirá, si lo hace correctamente y con el suficiente conocimiento, estudio, razonamiento y análisis económico, comprender lo que se decide en ella, lo que compone dicha orden y la importancia para entender qué es y será «su problema». Para ello, sólo debe hacerse las preguntas correctas sin engaños: ¿qué está incluido y qué debería estar en esas tarifas de acceso? ¿Qué dinámica de ciclogénesis explosiva llevan las primas a las renovables? ¿Cómo se deciden las inversiones reguladas y, en especial, en transporte? ¿Cómo se retribuyen? ¿Es la solución escarnecer a las tecnologías más eficientes y al mercado? Animamos encarecidamente al nuevo secretario de Estado a que haga la lectura económica que, sin marcos ideológicos y demagógicos, se extrae.

Si, además, se asesora y escucha en este proceso, este reto de las tarifas de acceso puede ser muy productivo para Alberto Nadal, así como un baño de realidad. Sería positivo que se trate de una decisión no contaminada por el trilerismo del año pasado para la gestión electoral de la tarifa eléctrica vía vasos comunicantes y compensaciones delirantes de ministro. Si no entra de partida en un modelo Nadal & Nadal, Nadal brothers, la decisión como pieza separada puede ser muy productiva para el secretario de Estado, si lo resuelve sin trampas ni ventajismos. Seguro.

Y, a lo mejor, si sabe leer la dinámica económica y los números, se ahorra meterse de hoz y coz en el fregado de enfrascarse en una reforma profunda del mercado eléctrico, centrándose en los problemas centrales y en las partidas capitales que crecen de forma desmedida en las tarifas de acceso. Según lo resuelva, a lo mejor le proporciona un camino de claridad en su ejecutoria o, por el contrario, se precipita al vacío y las tinieblas de los secretarios de Estado abducidos por la comunicación política. Porque Dios quita el sentido a quien quiere perder de vista, que decía Camilo José Cela.

Esperemos que este compás de espera sirva para algo, porque el del año pasado, ya vieron.

El lado bueno del compás de espera

Los primeros indicios de sus estudios y apreciaciones, publicados en varios medios de comunicación, van en la línea de que está haciendo un esfuerzo importante para ponerse al día sectorial. Además, como era de esperar, está estudiando la remodelación de su equipo, siendo hombres clave de esa remodelación el futuro del propio Ignacio Rangel, abogado del Estado, jefe de Gabinete del anterior secretario de Estado y, de facto, secretario de Estado de Energía «in péctore» en el último período, y del propio director general, Jaime Suárez Pérez Lucas. Se admiten apuestas.

Del mismo modo se afirma que Alberto Nadal ya ha tomado constancia de que, pese a su discurso políticamente correcto, en el año 2012 lo avanzado para resolver el déficit de tarifa es poco o nada. Y anuncian la posibilidad de una ley de Energía y de una “revisión” del mercado eléctrico.

Por otra parte, este compás de espera se produce sin que hoy exista una orden de peajes, es decir, sin tener tarifas de acceso, presentadas con trampas en la última Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos del 2011 y donde la omertá se impuso. Es una muy grave anomalía. De hecho, se trata de la materialización de la impotencia y el fracaso del equipo anterior. Pero como dicen los ingleses «Every cloud has its silver lining«. Cada nube tiene su propia cobertura de plata. O, su traslación al refrán español, «No hay mal que por bien no venga«. Vean, si no, la película «El lado bueno de las cosas» que en próximos días se estrenará en España.

No obstante, hay un número importante de expertos en economía, teoría de los juegos y en procesos de decisión, que señalan la importancia que tiene el orden en que se toman decisiones y, por tanto, el proceso en el que se descartan opciones. De hecho, señalan que un proceso de decisión tomado en distinto orden, produce distintos resultados.

Así, el hecho de que el nuevo secretario de Estado tenga como primera tarea obligada la elaboración de una orden de peajes le permitirá, si lo hace correctamente y con el suficiente conocimiento, estudio, razonamiento y análisis económico, comprender lo que se decide en ella, lo que compone dicha orden y la importancia para entender qué es y será «su problema». Para ello, sólo debe hacerse las preguntas correctas sin engaños: ¿qué está incluido y qué debería estar en esas tarifas de acceso? ¿Qué dinámica de ciclogénesis explosiva llevan las primas a las renovables? ¿Cómo se deciden las inversiones reguladas y, en especial, en transporte? ¿Cómo se retribuyen? ¿Es la solución escarnecer a las tecnologías más eficientes y al mercado? Animamos encarecidamente al nuevo secretario de Estado a que haga la lectura económica que, sin marcos ideológicos y demagógicos, se extrae.

Si, además, se asesora y escucha en este proceso, este reto de las tarifas de acceso puede ser muy productivo para Alberto Nadal, así como un baño de realidad. Sería positivo que se trate de una decisión no contaminada por el trilerismo del año pasado para la gestión electoral de la tarifa eléctrica vía vasos comunicantes y compensaciones delirantes de ministro. Si no entra de partida en un modelo Nadal & Nadal, Nadal brothers, la decisión como pieza separada puede ser muy productiva para el secretario de Estado, si lo resuelve sin trampas ni ventajismos. Seguro.

Y, a lo mejor, si sabe leer la dinámica económica y los números, se ahorra meterse de hoz y coz en el fregado de enfrascarse en una reforma profunda del mercado eléctrico, centrándose en los problemas centrales y en las partidas capitales que crecen de forma desmedida en las tarifas de acceso. Según lo resuelva, a lo mejor le proporciona un camino de claridad en su ejecutoria o, por el contrario, se precipita al vacío y las tinieblas de los secretarios de Estado abducidos por la comunicación política. Porque Dios quita el sentido a quien quiere perder de vista, que decía Camilo José Cela.

Esperemos que este compás de espera sirva para algo, porque el del año pasado, ya vieron.

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