Un año con Soria y Marti Scharfhausen

Y, evidentemente, el balance no puede ser más desastroso de estos doce meses. No se pueden hacer las cosas peor, o posiblemente, sí se pueden hacer y se harán, en la medida en que todo lo hecho en estos meses abocará a sucesivos empeoramientos en el futuro en una escalada que el Ejecutivo es incapaz de parar o de suavizar, sumido en el radicalismo.

Se puede afirmar que el tándem Soria-Marti Scharfhausen ha proseguido con el deterioro de la especie al frente de esta área del gobierno, prosiguiendo con la maldición de los ministros de Industria de los Ejecutivos en los últimos años. Fíjense en los tándems José Montilla-Antonio Fernández Segura, Joan Clos-Ignasi Nieto, Miguel Sebastián-Pedro Marín, y ahora José Manuel Soria-Marti Scharfhausen. Pavoroso. Sólo la honrosa excepción de Fabrizio Hernández, como secretario de Estado, es reseñable es nuestra historia más cercana, en un proceso de tobogán de inclinación con velocidad acelerada al final. Un modelo que va de fracaso en fracaso, hasta la derrota final.

Hoy nuestro país, tras un 2012 en manos de este Gobierno y este equipo, tiene más déficit tarifario acumulado, incumplirá flagrantemente el déficit previsto para 2012, tiene una ley recién aprobada que encarecerá el suministro para intentar sufragar parte del déficit tarifario de forma bastante poco definida y que, además, tendrá consecuencias adicionales que se harán sentir en términos de inversión futura en nuestro país en generación o distribución, en garantía de suministro, en cierre de centrales e instalaciones de régimen general, propagando sus efectos delirantes a todo el mercado ibérico. Cierre de instalaciones «eficientes» de generación, mientras los modelos de subsidios cruzados campan a sus anchas.

Tenemos unas tarifas irreales para 2013 fruto de una componenda contable-jurídica para darle visos de presentabilidad desde el punto de vista meramente formal, pero que acabarán mal, porque el mal está en su origen. Eso, junto con las temerarias estimaciones de demanda incrementales que elabora Red Eléctrica para solucionar los enjuagues al Gobierno y, de paso, justificar inversiones en transporte que retribuir.

En este año, se ha acrecentado con respecto al pasado la manipulación política en las tarifas de acceso, para que cuando hubiese bajada en las subastas de electriciad por tensión oferta-demanda el ministro se colocase unas medallas. Y para que cuando hubiese subidas, también se colgase otras medallas y arrostrara a los operadores del sector por estar sometidos a los mercados y «culpabilizarles» de las subidas. Modelo cínico de revisión tarifaria electoralista.

Sólo un elemento positivo pero mínimo: se ordenó una medida necesaria, pero claramente insuficiente, para taponar el crecimiento del déficit tarifario a varios años vista, que era el cierre de los registros de preasignación. No se hizo nada con un volumen importante de potencia autorizada pero que aún no había entrado en operación con fuertes primas concecidas. De hecho, ya hay un número importante de nueva potencia fotovoltaica, con planes de negocio ilusorios calculados en más de 70 euros el MWh esperando a entrar para “salvar el suministro eléctrico” con nueva inversión. Son los nuevos candidatos a solicitar primas en el futuro.

Soria, un hombre que no ha sabido o no ha querido salir del modelo de sobreinversión renovable y de infraestructuras de transporte que dicta la política politizada y, para ello, no ha dudado en caer en las fauces que le ha dictado el colectivo de retroprogresivos, con su secretario de Estado, Fernando Marti y el apoyo en la sombra del propio Jorge Fabra en las capillas, hasta sacar una ley que destroza el régimen general y el mercado, haciendo un flaco favor a la sociedad española.

El ministro y el Gobierno, con estas actuaciones, evidencian que no creen en nada: en el mercado, en la liberalización, en las empresas, en el suministro eléctrico. Sólo cree en la política politizada, en cómo le puede beneficiar, cómo presentar o en cómo se puede subir con lo que decide a la ola de la opinión pública en el corto plazo, y por eso, va a hacer el mayor daño conocido al sector energético de los últimos años.

En esto, el ministro ha contado con dos ayudas: la primera, la mediática, muy importante y que desgraneremos con muchos hechos de una campaña que proviene de las distorsiones de quienes consideran en los medios de comunicación que el sector eléctrico un sector intervenido e intervenible, sin empresas con cuentas de resultados, sin accionistas, horadando la reputación global de un sector que ha financiado el déficit tarifario, que ha contribuido con importantes inversiones, con una calidad de suministro enorme y precios bajos en el mercado de generación, muy competitivo con respecto a Europa, así como con unas empresas internacionalizadas y con una gestión muy eficiente, con un número de operadores creciente y relevante.

En lo mediático comprueben la sagacidad del ministro al ponerse del lado que le ha convenido a la luz de los hitos del año, el delirante enfoque del programa «Salvados» de Jordi Évole ocultando el problema de las primas y sus beneficiarios, con Jorge Fabra como mártir. O el diario El País, pidiendo la expropiación de instalaciones “amortizadas” nucleares (quién ha visto al diario de Prisa en plan chavista).
Del mismo modo, también en lo mediático, la propia adicción del ministro a los desayunos, televisiones, entrevistas y a cultivar su candidatura al Gobierno de Canarias, ha sido un elemento suficiente para que no llegue nunca a sentarse, leer, estudiar y a entender los problemas desde el punto de vista económico más allá que empleando la coacción, el aislamiento y el miedo en y para los sectores energéticos.

El segundo elemento adicional al mediático es la componenda jurídica capaz de coser una cosa y la contraria, sin atender a razones económicas, financieras o de inversión, actuando a las órdenes del “amo” político para hacer una cosa y la contraria, cuando toque. De forma que, en un Ejecutivo con un peso importante del colectivo de Abogados del Estado (cuyo máximo exponente es la «aliada» del ministro Soria, Soraya Saénz de Santamaría) la colección de sentencias y fracasos judiciales en el sector eléctrico en España y en la Unión Europea es cada vez mayor. Todo por no volver a la ortodoxia económica.

Combinando las dos cosas: Soria, «Yo soy un político». Y, por ello, Soria ha terminado el año con un comportamiento político del Antiguo Régimen, validando el adagio que relaciona a Calígula, como emperador, para poner al frente de Roma a su caballo, con el nombramiento de Fernando Marti Scharfhausen como Presidente del Consejo de Seguridad Nuclear.

Y, la consecuencia ha sido que la calidad de la regulación, de la seguridad jurídica y la estabilidad regulatoria han caído en picado en nuestro país. Los voceros de Industria consideran en los medios de información que la litigiosidad que viene contra los burdos trucos jurídicos de las tarifas eléctricas son, en realidad, pataletas. Que las empresas toman decisiones políticas, en presencia de la política de partido y del ministro más político de nuestra historia, con una proyección de su personalidad política en todo lo que hace. Abundan quienes consideran que las cuentas de resultados auditadas y los mercados de capitales y de financiación son envites de partidas de mus. Lo que hay que leer, evidentemente, es un país que no supera el franquismo económico.

Así se cierra este año y con este estado de situación. Es el que define el punto de partida de lo que viene en el futuro más inmediato, 2013, una reforma eléctrica que ya se anuncia desde la política y no desde la economía y la racionalidad. Aterrador.

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