¿Follón o irresponsabilidad?

El Confidencial revelaba, además, cómo Jordi Évole se habría puesto en contacto con la patronal eléctrica y habría recabado la posición de su presidente, Eduardo Montes, siendo grabada su intervención y que, finalmente, no fue incluida en la edición del reportaje. También fue contactado en su momento Energía Diario, pero al final, no se materializó la participación de nuestro medio, lo que hubiera dado la posibilidad de ofrecer una visión evidentemente diferente a la expresada en el reportaje.

En este sentido, podemos caer en el cinismo de adherirnos a las ideas de una defensa de la deontología profesional y de la libertad de prensa para defender algo impresentable: la falsificación de la realidad por la demagogia. Por tanto, la libertad de prensa no puede ser la excusa de la justificación del perjuicio por el perjuicio, del amarillismo por el amarillismo o de una actuación deliberada y consciente en lo informativo.

El reportaje, que ya criticamos en su momento por el mensaje que quiso dar como resultado, es un ejercicio sin miramientos de apriorismo. Se trata de una crítica feroz, indocumentada, partidaria y falaz a las empresas del sector eléctrico, aprovechando lo fácil, como es presentar un estado de opinión contrario a todo lo empresarial y en especial del sector eléctrico, fruto de un modelo perverso y diabólico que se describe así:

Un mercado de generación eficiente, competitivo y barato comparativamente con Europa. Ni una sola referencia en el reportaje.

Un conjunto de costes regulados y primas delirante e incremental, que crece exponencialmente y que nadie cuestiona porque ofrece pingües beneficios a un conjunto de beneficiarios que nunca aparecen (justo cuando acabamos de conocer cómo el déficit de tarifa en 2012 se desmadra hasta los 3.000 millones y las primas a las renovables se desbocan hasta los 8.000 millones de euros, más del 40% del coste del suministro). Ni flores en el reportaje.

Un tipo de sector que, por su propia actividad, es intensivo en inversión, y que necesariamente tiene una serie de características que determinan que el número de operadores sea reducido. La regulación, inspección y supervisión han efectuado, con la separación de actividades, una revolución que ha permitido la competencia en las actividades liberalizadas y en red. Y, por otra parte, la comercialización es competitiva en los segmentos de clientes liberalizados. En la comercialización, queda derivado de la supuesta protección de la tarifa regulada a los clientes no liberalizados «es un astuto argumento falaz» para los defensores de la no existencia de competencia, además de requerir su pervivencia futura por no existir competencia.

La factura eléctrica es una caja negra que financia muchos conceptos que no están relacionados con el suministro eléctrico. Curiosamente, todas esas cosas son de las que nadie se queja y todo el mundo oculta interesadamente. Jordi Évole, también y a sabiendas.

Gobiernos y políticos controlan los precios de la electricidad por su efecto en la opinión pública y a la vez incrementan los costes incluidos sujetos a decisión, con crecimientos desaforados de los que nadie se hace responsable. En sentido contrario, además, la clase política se aprovecha de la melé, empeñada en una autodefensa de su modelo de clases extractivas y que se beneficia egoístamente del perjuicio de las empresas para seguir rebañando con los modelos de subsidios cruzados ocultos y distribución de ingresos por vía discrecional. La intervención del secretario de Estado de Energía y las preguntas al compareciente en el Senado, con el telón de fondo del programa de Jordi Évole, no serían posibles en ningún país que no fuera una república bananera.

Empresas eléctricas, que son las que, en definitiva, presentan al cobro el recibo de la luz a los consumidores. Por tanto, se convierten en acreedoras finales de todas las críticas por parte de los mismos, con independencia de los beneficiarios de lo que incluye. En medio del proceso, los beneficiados de los subsidios internos, de forma cínica, se alegran del escarnio al sector, se sienten fuera del mismo y se frotan las manos de los daños, para beneficiarse del río revuelto, gracias a los ideólogos antiempresariales y resabios indocumentados que circundan el problema.

– Además y para más inri, las empresas eléctricas financian lo no cobrado, la insuficiencia tarifaria, que se queda en su balance hasta que no se tituliza el déficit, la parte no pagada, aunque haya sido cobrada por cada uno de los intermediados. Esta situación conjunta penaliza su financiación y su valoración en los mercados de capital, pero nuestra sociedad y políticos son lo suficientemente irresponsables como para atizar ese problema.

Ausencia de visión empresarial y de mercado en la sociedad española con debilidad de la sociedad civil. Todo lo empresarial es malo. Todo lo subsidiado y subvencionado es bueno y deseable. Convicción central de la clase política española. Las empresas no tienen que ser rentables: son instrumentos para extraer rentas y beneficiar a quienes ellos decidan, motivo que justifica ganar las elecciones.

Un conjunto de defensores de la intervención en el sector eléctrico: los retroprogresivos, demagógicos y defensores de lo político en la economía para perjudicar a los ciudadanos, aunque con su coartada de lo ‘público’. La «divine gauche eléctrica» que vivía mucho mejor con los costes reconocidos, siempre que los administrasen ellos, claro. Es decir, cuando en la actividad de transporte de electricidad, con una empresa pública y al servicio del Gobierno, se incluían en sus costes el hecho de construir centros territoriales que eran premios de arquitectura, ponían piscinas con peces tropicales carísimos o compraban arte con cargo al transporte de electricidad, incluso lo custodiaban en sus viviendas.

– Y en lo mediático, carencia de profesionalidad informativa, de rigor, de memoria histórica, de especialización, de necesidad de confrontar opiniones, de conformar una visión informada, seria, veraz, económica y no demagógica. Carencia de objetivos y valores más altos para esclarecer la realidad sin partidismos. Búsqueda del escándalo por el escándalo, que «vende» más. Y esta es la interpretación más suave y bienintencionada, la de la audiencia. La Sexta seguramente se beneficia de una audiencia excitada por la presentación escandalosa de la realidad más que de contar la realidad. Y también se beneficia de contar y de no contar quiénes son los verdaderos responsables de los precios y del coste del suministro en España.

Évole se aprovecha conscientemente de esta coyuntura y se apunta a lo ideológicamente fácil: dar caña a las empresas. El problema es que es una irresponsabilidad social y económica sin defensa, ni matices, ni excusas, ni justificación. Es un ejercicio premeditado, mendaz y con ensañamiento. Y, lo que es peor, es una mentira con afán de dañar a nuestra economía y a un sector clave para la actividad y la competitividad. O forma parte de una operación. Son muy serias sus consecuencias para un país y esto sólo es posible en España, como el déficit tarifario. ¿Todo por la audiencia?

¿Follón o irresponsabilidad?

El Confidencial revelaba, además, cómo Jordi Évole se habría puesto en contacto con la patronal eléctrica y habría recabado la posición de su presidente, Eduardo Montes, siendo grabada su intervención y que, finalmente, no fue incluida en la edición del reportaje. También fue contactado en su momento Energía Diario, pero al final, no se materializó la participación de nuestro medio, lo que hubiera dado la posibilidad de ofrecer una visión evidentemente diferente a la expresada en el reportaje.

En este sentido, podemos caer en el cinismo de adherirnos a las ideas de una defensa de la deontología profesional y de la libertad de prensa para defender algo impresentable: la falsificación de la realidad por la demagogia. Por tanto, la libertad de prensa no puede ser la excusa de la justificación del perjuicio por el perjuicio, del amarillismo por el amarillismo o de una actuación deliberada y consciente en lo informativo.

El reportaje, que ya criticamos en su momento por el mensaje que quiso dar como resultado, es un ejercicio sin miramientos de apriorismo. Se trata de una crítica feroz, indocumentada, partidaria y falaz a las empresas del sector eléctrico, aprovechando lo fácil, como es presentar un estado de opinión contrario a todo lo empresarial y en especial del sector eléctrico, fruto de un modelo perverso y diabólico que se describe así:

Un mercado de generación eficiente, competitivo y barato comparativamente con Europa. Ni una sola referencia en el reportaje.

Un conjunto de costes regulados y primas delirante e incremental, que crece exponencialmente y que nadie cuestiona porque ofrece pingües beneficios a un conjunto de beneficiarios que nunca aparecen (justo cuando acabamos de conocer cómo el déficit de tarifa en 2012 se desmadra hasta los 3.000 millones y las primas a las renovables se desbocan hasta los 8.000 millones de euros, más del 40% del coste del suministro). Ni flores en el reportaje.

Un tipo de sector que, por su propia actividad, es intensivo en inversión, y que necesariamente tiene una serie de características que determinan que el número de operadores sea reducido. La regulación, inspección y supervisión han efectuado, con la separación de actividades, una revolución que ha permitido la competencia en las actividades liberalizadas y en red. Y, por otra parte, la comercialización es competitiva en los segmentos de clientes liberalizados. En la comercialización, queda derivado de la supuesta protección de la tarifa regulada a los clientes no liberalizados «es un astuto argumento falaz» para los defensores de la no existencia de competencia, además de requerir su pervivencia futura por no existir competencia.

La factura eléctrica es una caja negra que financia muchos conceptos que no están relacionados con el suministro eléctrico. Curiosamente, todas esas cosas son de las que nadie se queja y todo el mundo oculta interesadamente. Jordi Évole, también y a sabiendas.

Gobiernos y políticos controlan los precios de la electricidad por su efecto en la opinión pública y a la vez incrementan los costes incluidos sujetos a decisión, con crecimientos desaforados de los que nadie se hace responsable. En sentido contrario, además, la clase política se aprovecha de la melé, empeñada en una autodefensa de su modelo de clases extractivas y que se beneficia egoístamente del perjuicio de las empresas para seguir rebañando con los modelos de subsidios cruzados ocultos y distribución de ingresos por vía discrecional. La intervención del secretario de Estado de Energía y las preguntas al compareciente en el Senado, con el telón de fondo del programa de Jordi Évole, no serían posibles en ningún país que no fuera una república bananera.

Empresas eléctricas, que son las que, en definitiva, presentan al cobro el recibo de la luz a los consumidores. Por tanto, se convierten en acreedoras finales de todas las críticas por parte de los mismos, con independencia de los beneficiarios de lo que incluye. En medio del proceso, los beneficiados de los subsidios internos, de forma cínica, se alegran del escarnio al sector, se sienten fuera del mismo y se frotan las manos de los daños, para beneficiarse del río revuelto, gracias a los ideólogos antiempresariales y resabios indocumentados que circundan el problema.

– Además y para más inri, las empresas eléctricas financian lo no cobrado, la insuficiencia tarifaria, que se queda en su balance hasta que no se tituliza el déficit, la parte no pagada, aunque haya sido cobrada por cada uno de los intermediados. Esta situación conjunta penaliza su financiación y su valoración en los mercados de capital, pero nuestra sociedad y políticos son lo suficientemente irresponsables como para atizar ese problema.

Ausencia de visión empresarial y de mercado en la sociedad española con debilidad de la sociedad civil. Todo lo empresarial es malo. Todo lo subsidiado y subvencionado es bueno y deseable. Convicción central de la clase política española. Las empresas no tienen que ser rentables: son instrumentos para extraer rentas y beneficiar a quienes ellos decidan, motivo que justifica ganar las elecciones.

Un conjunto de defensores de la intervención en el sector eléctrico: los retroprogresivos, demagógicos y defensores de lo político en la economía para perjudicar a los ciudadanos, aunque con su coartada de lo ‘público’. La «divine gauche eléctrica» que vivía mucho mejor con los costes reconocidos, siempre que los administrasen ellos, claro. Es decir, cuando en la actividad de transporte de electricidad, con una empresa pública y al servicio del Gobierno, se incluían en sus costes el hecho de construir centros territoriales que eran premios de arquitectura, ponían piscinas con peces tropicales carísimos o compraban arte con cargo al transporte de electricidad, incluso lo custodiaban en sus viviendas.

– Y en lo mediático, carencia de profesionalidad informativa, de rigor, de memoria histórica, de especialización, de necesidad de confrontar opiniones, de conformar una visión informada, seria, veraz, económica y no demagógica. Carencia de objetivos y valores más altos para esclarecer la realidad sin partidismos. Búsqueda del escándalo por el escándalo, que «vende» más. Y esta es la interpretación más suave y bienintencionada, la de la audiencia. La Sexta seguramente se beneficia de una audiencia excitada por la presentación escandalosa de la realidad más que de contar la realidad. Y también se beneficia de contar y de no contar quiénes son los verdaderos responsables de los precios y del coste del suministro en España.

Évole se aprovecha conscientemente de esta coyuntura y se apunta a lo ideológicamente fácil: dar caña a las empresas. El problema es que es una irresponsabilidad social y económica sin defensa, ni matices, ni excusas, ni justificación. Es un ejercicio premeditado, mendaz y con ensañamiento. Y, lo que es peor, es una mentira con afán de dañar a nuestra economía y a un sector clave para la actividad y la competitividad. O forma parte de una operación. Son muy serias sus consecuencias para un país y esto sólo es posible en España, como el déficit tarifario. ¿Todo por la audiencia?

2 comentarios
  1. tarifando
    tarifando Dice:

    Desde luego, a los que les ha venido que ni pintado el reportaje de Évole es al sector de las renovables, que han visto un filón en las declaraciones de Fabra sobre los medios que no le siguen la corriente.

    Como este medio no les baila el agua, ya es malo, malo, malo, ¿verdad?

    Pues señores, en este país existe la libertad de expresión y gracias a eso unos opinan una cosa y otros otra, y tan respetable es lo que dicen los unos, como los otros.

    Pero claro, como Energía Diario no es abanderado de las renovables, ya son unos vendidos de las eléctricas. ¡Qué argumento tan fácil y tan absurdo!

    Y yo me pregunto, ¿porqué será que siempre escriben comentarios los mismos?

    Ya saben, al que le pica…

    Responder
  2. Juan
    Juan Dice:

    Muchachos, con la autoridad ganada de trabajo y experiencia. Con las suelas gastadas en tierras verdaderamente bananeras (soy argentino), me permito comentarles lo siguiente:
    _ Renovables: El argumento presentado innumerables ocaciones a su favor es el siguiente: que las primas eran necesarias porque los inversionistas originales debían ser compensados por el riesgo tecnólogico asociado con estos métodos nuevos de generación. Asi justifican su extorción de governantes ineptos y arreglados. Una gran mentira, los «return on investment» obtenidos y generados mediante primas imbéciles nunca fueron justificables. No le echen la culpa a energía diario.
    – Manipulación del mercado de desvíos por parte de las eléctricas: Es cierto, pero solo hasta cierto punto ya que nunca se puede predecir con exactitud cuando una central será necesaria. No tienen otra opción, con centrales millonarias que no se usan y proveen trabajos (algo que España realmente necesita). Es mas, en el Reino Unido (donde vivo hace 13 años) es práctica común por parte de las eléctricas pese a no tener tanta necesidad como sus contrapartes españolas. Es la naturaleza del mercado de desvíos y hay reglas a cumplir, no como los arreglos entre empresarios renovables y gobernantes ignorantes, y peor aún, corruptos.
    _ Lo empresarial: La crítica generalizada de todo lo empresarial y generador de riqueza es un cuento muy viejo en nuestros paises (España, Portugal, Grecia, Italia que tienen la suerte de recibir subsidios de la UE). En la Argentina sabemos la historia de los 70’s y los crimenes de los gobernantes. Entiendo como estas críticas son fáciles de justificar, nuestras clases dirigentes, empresariales y gobernantes vienen dando verguenza hace cientos de años.
    PERO, estimados amigos, creanme que no solucionamos nada así. Hay que trabajar, generar incentivos financieros, generar trabajos, recaudar impuestos y repartir las riquezas. No se puede de otra manera, las eléctricas cumplen una función muy importante para toda la sociedad al igual que toda empresa decente. Hay que darles la oportunidad y mejorar las cosas de abajo para arriba, empezando con uno mismo. El que cobra un seguro de desempleo desde España para sentarse en la casa fumando porros en Londres, el que arregla con el alcalde de su pueblo para construir algo prohíbido, el que compra un servicio para el estado a precio mas alto a cambio de una coima, el que mal trata a sus empleados, etc, etc. Esos son a quienes tenemos que criticar, el problema es: Nos tendríamos que criticar a nosotros mismos o algún familiar.

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