Camisa de once varas

Ayer el ministro de Industria, Energía y Turismo afirmó en una reunión con representantes de la CEOE que el Ministerio estaba buscando la fórmula para sacar de la tarifa eléctrica todo aquello que no sean «costes energéticos». Se produce esta afirmación al mismo tiempo que se retira en la enmienda que traspasaba parte de las primas a las energías renovables de las tarifas de acceso a los Presupuestos Generales del Estado de 2013, en contraprestación a toda la batería de nuevos impuestos que incorpora el Proyecto de Ley de Medidas Fiscales en materia medioambiental y sostenibilidad energética, cuyo objetivo era, en teoría, absorber el delirante problema de origen político del déficit tarifario (perpetuo control de la tarifa y de los precios de la electricidad por temor político y, a la vez, decisiones sin control de aumento de costes de suministro en las tarifas de acceso desde instancias políticas hasta alcanzar los 24.000 millones de euros).

El ministro emitió esta afirmación complaciente en presencia de un foro enormemente preocupado (los empresarios) por los costes de la energía como «input» de sus procesos productivos y con la fuerte campaña desatada por distintos sectores empresariales que se ven perjudicados, en primer lugar, por el incremento de las tarifas de acceso y, en segundo lugar, por las propuestas fiscales que se han anticipado, dado que aumentarán el precio de la energía para los consumidores empresariales. Todo ello, adornado con una prosodia sobre el reparto equilibrado de las medidas, que, sinceramente, ya es muy fatigosa. Lo que no va en lágrimas, va en suspiros.

Fiel a su trayectoria anterior, el ministro trató también ayer de «dar abrazos», aunque el problema de la perspectiva política y de aceleración mediática en el que cabalga Soria por sus propias decisiones, anula por completo su credibilidad. De hecho, cuando se produjo la primera reacción contraria a este Proyecto de Ley, procedente de los grandes consumidores y, en concreto, de una empresa metalúrgica de Galicia (con la campaña electoral del 25-O abierta en canal), el ministro corrió a templar gaitas, a reunirse con representantes de la empresa, a poner paños calientes, para intentar conformar a los indignados y se apresuró a anunciar que iba a promover el incremento de la retribución por interrumpibilidad a tres empresas. Craso error. El ministro, en ese momento, «cantó la gallina» respecto al uso de este complemento tarifario, de las posibilidades de su manipulación en manos del Ministerio y de la alta probabilidad de que la utilización de este complemento pudiera ser considerada como Ayuda de Estado por la Comisión Europea. Inquietante.

En esa realidad líquida en la que vive el ministro, en la que una propuesta no se ha concretado cuando ya está la siguiente en el micrófono, ahora es el resto de las industrias (no sólo los grandes consumidores) las que se han unido a este movimiento y el problema se le ha generalizado en el aparato productivo español ¡al ministro de Industria!. Industrias y empresas para las cuales sus costes energéticos son importantes y con las que no se puede «jugar con la interrumpibilidad» a efectos de rebajar la factura han elaborado y difundido sus posiciones y temores. Incorporar estas medidas fiscales que aumentan los precios de la electricidad, distorsionan el mercado de generación, unido al mantenimiento de una postura absurda sobre Garoña y lo nuclear, el encarecimiento de la electricidad por una política energética y de renovables, a merced de los acontecimientos, cristalizan en el aparato empresarial español en forma de temor de la penalización a su competitividad exterior e interior.

Y, volvamos a la historia oficial, más que a las promesas. Ha sido imposible, por impotencia, meter en el trámite del Congreso la exacción de una parte de las primas a las renovables desde las tarifas de acceso a los Presupuestos Generales del Estado como preveía la enmienda del Partido Popular. El sistema de subsidios quiere seguir estando fuera del control y la decisión política, en un momento en el que el Presupuesto va a estar muy vigilado fuera y dentro de nuestras fronteras. Ven mucho más seguro para sus intereses este mecanismo de subsidios entre tecnologías que favorece la actual estructura tarifaria. Y ahora Soria afirma que en su departamento están estudiando reorganizar el sector eléctrico sacando de la tarifa los costes no energéticos. ¿Es algo que ha escuchado y lo ha repetido, sin tenerlo muy claro?, ¿es algo únicamente volitivo e inconcreto?, ¿es una insinuación?, ¿cuáles son los costes no energéticos a los que se refiere el ministro?, ¿se refiere a los costes asociados a la tarifa que, siendo energéticos, son impropios, como las primas a las renovables o, directamente, son «no eléctricos» estrictamente?

Por tanto, Soria se mete nuevamente en camisas de once varas con sus declaraciones de ayer delante de los empresarios. Algo que le permitió, eso sí, salir vivo de la sala. Cree que tiene la ventaja de la política politizada en la que todo es intrascendente y voluble a diario, que nadie hace la prueba del nueve (en términos de opinión pública y de los mecanismos que alimentan la votocracia). Por tanto, cree que puede decir una cosa y la contraria, pasando de un extremo a otro, sin inmutarse, ni parpadear. O de pensar que puede decir una cosa y hacer otra. Pero, no se ha dado cuenta de que ya no es posible, porque el cerco se estrecha y el tiempo se acaba.

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