Muestran la realidad de la captura de CO2 en cultivos no alimentarios
El trabajo de investigación se realizó con especies vegetales no alimentarias de ciclo corto, como la camelina, triticale, switchgrass, euphorbia y el sorgo, que fueron plantadas en cinco invernaderos «a los que se les inyectó CO2 con impurezas típicas de los procesos de la refinería» y que una vez concluido su ciclo vital se reutilizarán como biomasa.
El proyecto tiene una inversión de 1,1 millones de euros, de los que el 64% corre a cargo de Repsol y el resto corresponde a fondos del Plan E.
Para llevar a cabo esta investigación se acondicionaron cinco invernaderos en una parcela de la industria petrolera de 3.000 metros cuadrados en los que se instalaron sistemas de riego por goteo, tuberías para dosificación de CO2, sensores para la monitorización de temperatura, humedad, concentración de CO2 y equipos para la medición de flujos de CO2 en aire y en suelo.
El trabajo realizado en los últimos nueve meses fue desempeñado por cinco doctores e ingenieros del departamento de investigación de Repsol, además de ingenieros agrónomos y personas con discapacidad intelectual, que se encargaron de las tareas agrícolas.
El trabajo de investigación sirvió, además, para valorar aspectos biológicos del sistema, así como la actividad fotosintética, el intercambio de gases y el metabolismo global de las plantas.
El director del complejo industrial de Repsol en Puertollano, Juan Antonio Carrillo, insistió en que se trata de «cultivos energéticos que no compiten con productos alimentarios, que se utilizan para la captura de CO2 de tal manera que se reduce la emisión del dióxido de carbono a la atmósfera».
El CO2 fertiliza la planta y la hace crecer de manera extraordinaria hasta su ciclo final de vida, que se reutilizará como biomasa para la producción de energía.
El efecto conseguido es, por un lado, medioambiental, y por otro económico y social, porque, «cuando se pueda desarrollar el proyecto a niveles industriales, el nuevo sistema contribuirá a generar empleo», dijo el responsable de Repsol.
El trabajo, según Carrillo, forma parte de un ambicioso proyecto de inversiones en el que está embarcado Repsol con el fin de conseguir una mayor eficacia en los procesos de refino para que la producción sea más sostenible y a la vez reducir hasta en un 15% las emisiones de CO2 en el horizonte del 2016.

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