Se desata la caja de los truenos en el quirófano del Gobierno
El aplazamiento a finales del mes de julio de la reforma en su expresión final, ha dejado abiertas de forma más descarnada las carencias del Ejecutivo en la forma de articulación de esta propuesta consistente, inicialmente, en: la fijación de una tasa a la generación, una tasa a las tecnologías de régimen especial, especialmente lesiva con la energía eólica y una tasa específica a las tecnologías hidráulica y nuclear (admitiendo los controvertidos postulados retroprogresivos, incluyendo sus supuestos económicos sin datos que lo sustenten, ajenos a la normas contables, partiendo de un modelo burdo que se puede dibujar en una servilleta de papel). Además se fijaba una tasa a los hidrocarburos («carbon tax») y, por otra parte, se liquidaban las subastas de los derechos de emisión, cuyo destino natural debería ser el déficit tarifario y la aplicación al coste del suministro.
El modelo, en teoría, por tanto, consistiría en fijar estos impuestos, tasas, gravámenes y tributos y otros mecanismos de obtención de ingresos, con quién sabe qué hecho impositivo (porque la coartada medioambiental era difícil de sostener para su aplicación a ciertas tecnologías, incluso en algún caso hasta en doble imposición o triple combinado con el desdoro autonómico) y, por otra parte, en contrapartida, se trataría de detraer del coste del suministro aquellos costes asociados que no deben estar incluidos en el mismo, ni tampoco en la tarifa (extrapeninsulares, primas, etc… que, se financiarían contra estos ingresos de naturaleza fiscal). En todo caso, de esta segunda parte de la hoja de ruta, la minoración del coste del suministro, no se sabe nada. Con este modelo, con muchas incógnitas y muchos efectos, mondando los costes del suministro hasta llegar al hueso, y adecuando la tarifa, se pretendía llegar a un equilibrio tarifario con los costes y compensar el déficit acumulado.
El modelo expresado en su filosofía tenía su lógica. El problema era su traslación final, los detalles, las extralimitaciones y las figuras impositivas que finalmente adoptaba el Ejecutivo. La propuesta en términos demagógico-políticos se presentaba por José Manuel Soria, con aires de grandilocuencia: es progresiva y participan todos los subsectores eléctricos. En la práctica, el modelo propuesto era castigar mucho más a las tecnologías más maduras, eficientes y al mercado eléctrico (dónde se producía una contrarreforma), lo que permitiría, seguir proporcionando un volumen jugoso de primas, a cambio de una reducción moderada de retribuciones las tecnologías más costosas. Las tesis retroprogresivas hechas realidad, además de cobrarse la pieza de las energía nuclear e hidráulica para castigar al sector empresarial que había financiado el déficit todos estos años.
La Bolsa corroboró estas conclusiones, no estando descontado el mal, como decía Alberto Lafuente en un voto particular. Así, el resultado fue demoledor en los mercados financieros para el sector eléctrico español, para su valor en Bolsa, para sus cuentas de resultados, para sus inversiones futuras, para la generación de flujos de caja y para el empleo del sector, como se comprobó al día siguiente de su filtración. Algo que puede traer graves problemas al Gobierno respecto a las empresas eléctricas, incluyendo operaciones corporativas imprevistas, como el posible cierre de instalaciones nucleares, como puede ser el caso de Garoña. Eso, y por la tendencia a combinar la necesidad de un sistema eléctrico eficiente, con un sistema que genere rentas y transferencias intersectoriales, que distribuir entre otros sectores que viven de la tarifa y de todo lo que se saca de ella.
Además, para complicar más todo y darle más intriga, se ha destapado como el modelo de reforma ha puesto en pie de guerra a los subsectores eléctricos, cada uno por motivos diferentes, y ha recrudecido en esta semana los argumentos, de forma que los ministros Soria y Montoro, tienen el enfermo en el quirófano abierto en canal y con los monitores que señalan que el tiempo de la anestesia se termina.
Por ejemplo, el sector fotovoltaico ha evidenciado sin tapujos que el modelo de los últimos años se había configurado en un negocio fundamentalmente financiero, sin empresas energéticas, y que estos proyectos eran colocados por las entidades de crédito, a la vez que la plusvalía de los proyectos se diluía en el proceso de autorizaciones de las instalaciones. Esto se ha visto corroborado por las propias declaraciones del Embajador americano, Alan D. Solomon, que ha hablado por boca de los fondos de inversión y de pensiones americanos, tal y como lo ha enunciado en numerosas declaraciones y entrevistas públicas y privadas. Y la informaciónde que esta tasa afectaría a 200.000 familias y pequeños inversores, nos lleva a perfilarlo, en un esquema semejante al de las preferentes de las Cajas de Ahorro. En todo caso, esta cuestión y el desmadre retributivo de potencia y primas de estos años en el sector fotovoltaico (responsabilidad exclusiva de las Administraciones), contamina cual debe ser el modelo energético y eléctrico español para que sea eficiente, económica y medioambientalmente sostenible, siendo necesario incluir los argumentos de seguridad jurídica y estabilidad regulatoria en todo este problema.
El sector termosolar, por su parte, se frota las manos, tras desarrollar una impresionante campaña de relaciones públicas que ha alcanzado las instituciones europeas, con la jacobina ejecutoria de José Borrell, y los apoyos de Cristina Narbona y Jorge Fabra.
El sector eólico, el que menos primas percibe por unidad de generación, parece revivir los tiempos previos a las invectivas de Ignasi Nieto de cara a la promulgación del R.D. 661/2007 con un fuerte recorte de sus primas, mucho más reducidas que las del resto de sectores de régimen especial.
Las distintas fuentes consultadas señalan como las relaciones entre el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Industria son contradictorias y volubles. Hay quien afirma que Industria, al ver las brutales consecuencias para el mercado, las empresas y el sistema eléctrico, se plantó con las exigencias del Ministerio de Hacienda, de imponer tasas específicas a la nuclear y la hidráulica, en la medida que destrozan el mercado y el sistema de precios de casación, de los más bajos de Europa (Nadal y Montoro son de la escuela de la política en la economía y partidarios de las tesis retroprogresivas). También hay quien opina lo contrario, que las prisas del Ministro Soria por resolver el problema del déficit, le llevaron a proponer una reforma apresurada e insuficientemente refinada. Y hay quien se apunta a la tesis conjunta de que este rifirrafe existe y, se incluye en el mismo, a la Oficina Económica del Presidente. Lo que está claro es que hace falta microcirugía y finura en lugar de carniceros.



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