Otra vez igual

La revisión tarifaria del tercer trimestre de 2012 dará paso a un alza del 5% en los precios de la electricidad. El impacto directo de la subida de la energía fijada en las subastas CESUR hubiera arrojado aproximadamente un crecimiento del 3,9% pero, en esta ocasión, el Ministerio ha decidido recuperar parte del enjugue o, mejor dicho, del enjugue de anteriores revisiones en que los peajes se rebajaron con el fin de evitar una subida de la tarifa eléctrica conforme al crecimiento de los costes regulados, verdadero propulsor del crecimiento del precio de la electricidad. Por tanto, parece que habrá una recuperación del terreno perdido en el ámbito tarifario de la electricidad.

Valoración política. En primer lugar, parece que es clara y firme la voluntad del Gobierno de que no se vaya de las manos el déficit tarifario, de forma que se adecúe la tarifa al coste del suministro. Parece que la comprensión del problema y la ortodoxia en abordar el problema de la insuficiencia tarifaria, como cebador del déficit de la factura eléctrica, con sus consecuencias desde el punto de vista de financiación de la economía y de las empresas, ha derivado en un proceso de mayor consciencia.

Si a esto le añadimos las informaciones relativas a que habrá una hoja de ruta en la que se valorarán medidas como la revisión de los costes regulados, una posible prolongación temporal del período de extinción del déficit, la revisión de la planificación energética, la aplicación de mecanismos fiscales como el céntimo verde, derechos de emisión, tasas a la generación, etc…, quiere decirse que podríamos conocer, en breve, una batería de medidas orientadas a resolver este grave y, hasta ahora, creciente problema. Supone asimismo la confirmación de que la generación del déficit proviene, en realidad, de decisiones políticas pasadas relativas a la fijación de precios de la electricidad que no reflejaban el montante total del coste del suministro por motivos de la relación entre política y ciudadanos.

Valoración ideológica. Desde el punto de vista ideológico, ayer ya bramaban los representantes de los sectores retroprogresivos del sector de la electricidad, en pos de la intervención en el mercado de generación, para proponer un modelo soviético o franquista de precios fijados y distribuidos discrecional, política y administrativamente. Esto es el marco legal estable o el retorno al pasado de la ineficiencia.

El planteamiento es algo así como, con este modelo regulatorio liberalizado, y en este estado de cosas, no hay más remedio que subir la electricidad («stricto sensu», es que con este modelo y con las decisiones administrativas que han conducido al crecimiento de costes regulados que se meten dentro de la tarifa). Por tanto, la solución es que se revoque completamente. Otra vez los mismos representantes del colectivo retroprogresivo reclamando oportunistamente sus históricos postulados antisistema.

Es curioso, pero estas afirmaciones o proposiciones con esta presentación descarnada y desprovista de prosodia pasan desapercibidas en su esencia, porque la cultura económica general lo permite, algo que sería impensable en sociedades más estructuradas. Así, los medios de comunicación que acuden con asiduidad a la que ya se ha constituido como fuente originaria de interpretación de los precios de la electricidad ocupando el espacio público en esta materia (el «colectivo» Economistas frente a la crisis y los mercados), daban amparo a las declaraciones de Jorge Fabra (ex consejero de la CNE, equidistante y cercano, a la vez, a Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba), que trimestralmente aboga por abolir los mercados de generación y fijar precios intervenidos para distribuir las rentas presuntas de las actividades en función de las particulares formas de contabilidad de costes que maneja este colectivo ideológico de la energía y evitando la dinámica de eficiencia competitiva de los mercados.

En esta línea es en la que podemos situar sus declaraciones a la Cadena SER, siempre oportunas, y más si cabe estos días, con el efecto condicionamiento adicional para el paquete de medidas que prepara el Gobierno. Tampoco es casual la aparición coincidente del artículo de Martín Gallego Málaga en el diario del Grupo Prisa el domingo pasado, del que dábamos cuenta el lunes y con parecido enfoque, representante de la misma corriente ideológica en el sector eléctrico.

En definitiva, se trata de, a partir de relatos conspiratorios y simplistas fáciles de construir (en un contexto de conocimiento económico y de crisis galopante para los ciudadanos), una teoría contra el mercado marginal y de la plusvalía por actividades de generación en la producción de un bien indiferenciado (el kilowatio), con el fin de acabar reclamando una actuación interventora y de precios administrados que permita conseguir excedentes para beneficiarios elegidos por los representantes políticos y administrados.

Y, por eso, cada revisión de tarifas, ora desde el altavoz de la CNE, ora desde las plataformas francotiradoras del sector y de la economía, se difunde lo que en definitiva es una formulación demagógica, más que un argumento económico. Se trata, nuevamente, de sugerir la sustitución de la lógica y la eficiencia del mercado, sobre la base turbia de las sospechas, formulando una falsa teoría relativa a que determinadas tecnologías de generación están completamente amortizadas y, por tanto, tienen beneficios excesivos por percibir el precio de la casación que determinan las tecnologías más caras, es decir, la generación eléctrica que se produce por tecnologías que utilizan el petróleo.

En cambio, según este colectivo, ¡cuánto de mejor es la decisión graciosa desde la política! (como en el desfase ocurrido en determinadas tecnologías renovables por connivencia entre administraciones), que permitiría garantizar un «reparto justo, ordenado y decidido» de retribución entre tecnologías (¿de verdad la justicia social está ahí?), atribuir rentas a las «tecnologías amigas» y socializar entre los cercanos lo que se rebañe al mercado, para manipular administrativamente los precios de la electricidad convirtiendo a los agentes del sector en meros contratistas!

Partamos del hecho de que la subida de los precios de la electricidad en un momento como el actual es, lógicamente, un encarecimiento de este suministro para familias y para las empresas. Pero, las propuestas intervencionistas lo que persiguen no es abaratar la energía que utilizan los consumidores (hoy tenemos uno de los mercados de generación más eficientes y baratos de Europa). Afirmar eso es falaz y falso a la vez. Persiguen acabar con el mercado, con el modelo empresarial, a favor de nuevos entrantes y redistribuir la actividad para incrementar los costes impropios y regulados que han crecido exponencialmente. Esa es la dialéctica. Por eso el desenfoque es interesado. Para que no se vea el origen del engrosamiento de los costes del suministro, precisamente, en los decididos administrativa y políticamente. Lo mismo de siempre. Otra vez.

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