Energías de Portugal (EDP), una privatización marcada por las urgencias financieras de Portugal
El Estado es aún hoy el mayor accionista de EDP y tiene en sus manos el 25% de su capital, del que puso en el mercado el 20,9%, para intentar obtener entre 1.600 y 2.000 millones de euros, aproximadamente.
Portugal se comprometió con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de un préstamo de 78.000 millones de euros, a sanear y reducir el sector público y desprenderse de su participación en EDP, la petrolera Galp, la aerolínea TAP y la eléctrica REN antes de que acabe el año.
Entre las empresas que siguen de cerca la privatización del antiguo monopolio luso de la electricidad aparece la española Gas Natural Fenosa, que cuenta con un socio estratégico en su capital, la argelina Sonatrach, con el 2,23% de las acciones de la empresa portuguesa.
Un portavoz oficial de EDP señaló que no harán declaraciones sobre este proceso de compra y declinó comentar el presunto interés de varias compañías extranjeras por entrar en su capital.
Entre los principales accionistas de la compañía energética lusa se encuentran otras dos empresas españolas: la Caja de Ahorros de Asturias, con el 5,01%, e Iberdrola, que con el 6,79% de los títulos fue también objeto de especulaciones sobre un posible interés en incrementar ahora ese porcentaje.
Los medios de comunicación portugueses se hicieron eco durante los últimos meses del interés por EDP de otras «grandes» del sector a nivel mundial, entre ellas la brasileña Electrobras, la francesa GDF Suez, la alemana E.ON e incluso las asiáticas China Three Gorges y China Power.
El Gobierno de Pedro Passos Coelho -de signo conservador- anunció nada más tomar posesión a finales de junio que adelantaba la venta de EDP y REN para finales del tercer trimestre del año, fecha que finalmente ha tenido que ser postergada.
La privatización es vista por la propia compañía energética como una oportunidad para crecer, y su presidente, Antonio Mexia, hizo público su deseo de que la participación estatal pase a manos de otra empresa relacionada con el sector y no a un inversor meramente financiero.
Sin embargo, la decisión de vender una de las firmas estratégicas lusas a manos extranjeras no estuvo exenta de críticas en Portugal, donde varias figuras públicas lamentaron que el país se desprenda de la compañía a precio «de saldo».
Su principal argumento es la buena gestión de la empresa, que registró en el primer semestre del año un beneficio neto de 609 millones de euros, un 8% más que un año antes, y que en 2010 consiguió uno de los mejores resultados de su historia con 1.079 millones de euros en ganancias netas.
En bolsa, sus títulos se mantienen estables en torno a los 2,45 euros por acción -hace justo un año cotizaban a 5,62 euros-, alejados de los vaivenes que afectan a la mayor parte de los valores del parqué lisboeta en estos tiempos de turbulencias financieras.
EDP, que incluye entre sus áreas de negocio la producción, venta y distribución de gas y electricidad en Brasil, España y Portugal, cuenta también con una filial especializada en energías renovables.



Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir