Rescates, hombres de negro y déficit tarifario
Seguramente, dentro de lo que se puede considerar una buena noticia para nuestra economía, es algo que nos debe llevar a la reflexión de que cualquier decisión que se tome a partir de este momento y en los años venideros más próximos, debe también ser certera, para evitar cualquier retroceso. Por tanto, y aunque las necesidades o condiciones fijadas en el rescate sean más o menos explícitas, se acrecienta la necesidad de que las personas que pilotan la economía española respondan al símil de ser un equipo de cirujanos de precisión. Hay que reconocer que hombres de negro, haberlos haylos y de muchas formas estarán presentes en la ejecutoria de nuestras autoridades económicas.
El éxito del Ejecutivo en esta cuestión del rescate, cuya mácula sólo se le puede advertir en el terreno de lo comunicacional (la necesidad de acudir al eufemismo y a la bravuconada evidencian un miedo cerval que se traslada en forma de un enfoque catastrófico), aleja la necesidad de un pacto explícito «a la alemana» entre las dos principales fuerzas políticas, aunque bien es cierto que en lo básico los dos partidos políticos principales han estado en su papel a la altura de las circunstancias. No obstante, la descomposición del Gobierno y del propio partido del gobierno empiezan a sugerir que los comportamientos pueden entrar en una tercera fase más impredecible.
¿Cómo afecta todo esto al sector energético y principalmente al modelo de resolución del problema del déficit tarifario? En varias cuestiones, como podemos ver siguiendo el modelo del aleteo de una mariposa en Nueva York y sus efectos en Tokio. La primera consecuencia tiene que ver con algo que ya ha empezado a cobrar forma, que es la posibilidad de la fijación del «céntimo verde» sobre el consumo de hidrocarburos, algo que parece ser uno de los ejes de la reforma que podría aparecer en los últimos días de junio coincidiendo con la revisión tarifaria del tercer trimestre y de algunos recortes más en los costes de suministro.
Por otra parte, se puede percibir que este «céntimo» empieza a tomar forma real, en la medida en que las reacciones a esta medida (más que un globo sonda) también son más formales y empiezan a anunciar que es más que una posibilidad, como se puede comprobar por la posición de la propia Asociación de Operadores de Petróleo a las informaciones aparecidas durante la semana pasada, incidiendo en el crecimiento del 20% de los precios de los hidrocarburos fruto de la elevación del petróleo en los mercados internacionales de los meses pasados y el efecto hipotético que tendría sobre el consumo de hidrocarburos en familias y empresas.
En sentido paralelo, desde el punto de vista político, tendría un momento más o menos oportuno para su aplicación, si tenemos en cuenta la evolución próxima de los precios del petróleo (los analistas prevén una caída de hasta el 9% en los precios de las gasolinas). Además, las diferencias de imposición en la Unión Europea en los hidrocarburos también se alinean con la naturaleza de un instrumento que podría estar encajado con la política de solución al problema del déficit tarifario, además de abordar la diferente adecuación y participación de los sectores a las políticas medioambientales de nuestro país y sus costes. Si, además, se puede responsabilizar a los «hombres de negro» de una elevación de la tributación indirecta, IVA incluido (posibilidad ya no desmentida), esta medida puede ser planteada e integrada dentro de un paquete de elevación impositiva al consumo por motivos europeos. Sería razonable que se aproveche la ocasión para racionalizar con criterios rigurosos, fiscales y de hacienda pública la imposición a la energía, toda vez que esta no será la única medida en términos fiscales, tributarios o de gravamen que se instrumente.
La segunda cuestión radica en el efecto que pudiera producirse en la colocación del déficit tarifario a la luz de la evolución favorable de las condiciones de financiación de la economía española tras este rescate o línea de crédito bancario. Aquí tenemos dos consecuencias, en principio, a comprobar. Un primer efecto sería el hecho de que se amortigüe la escalada de la prima de riesgo y se abarate esta financiación, de forma que los elementos que penalizan la misma en términos de coste se suavicen. Pero, un segundo efecto tendrá que ver con las posibilidades de colocación de la titulización del déficit tarifario tras el rescate bancario.
La tercera cuestión, no menos importante, tiene que ver con la correlación o complicidad de las dos principales fuerzas políticas (sin llegar al consenso, eso sí), como se ha podido apreciar en tres cuestiones, las dos primeras principales: el rescate financiero, la elección del nuevo gobernador del Banco de España y subgobernador (con sus sombras) y, por razones de calendario, el apoyo a la selección española de fútbol y al tenista manacorí, Rafael Nadal.
Habrá que seguir la dinámica política para ver el alcance de esta normalización en lo energético.


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