Algo se mueve alrededor de la CNE
La vuelta de navidades parece que ha comenzado con inusitado interés en lo que se refiere a la renovación de los cuatro puestos de los consejeros salientes de la Comisión Nacional de Energía. Con un mandato expirado desde el mes de junio del año pasado, parece que ninguno de los momentos anteriores era propicio para abordar la renovación del organismo, cuyo contenido y alcance parece que será mayor que la sustitución de estos cuatro puestos y que puede llegar al funcionamiento del organismo en sus distintas facetas. Se diría que la CNE requiere una labor casi de tipo quirúrgico semejante a la pacificación operada en el seno de la CNMV.
Ayer conocíamos por el diario Cinco Días, cómo parece que había ya un nombre que daría cabida al Partido Nacionalista Vasco en la composición del organismo. Se trataría de la incorporación de José Ignacio Zudaire, actual viceconsejero de Innovación y Energía del Gobierno vasco. En la nueva composición, según fuentes de este diario, Miguel Sebastián ofrecería al Partido Popular dos de los cuatro puestos y se reservaría uno. También parece que sigue adelante la idea de que el Secretario General de Energía, Pedro Marín, tenga un puesto permanente en la composición del Consejo de Administración del organismo, al igual que en la CNMV tiene presencia la actual Directora General del Tesoro y Política Financiera, en una nueva analogía entre este órgano regulador de los mercados financieros y el regulador independiente energético.
Por su parte, el semanario económico “El Nuevo Lunes” señalaba que uno de los objetivos de la reforma sería acabar con la proliferación de los votos particulares, azote del organismo desde la presidencia de Maite Costa y producto/consecuencia de la inconsistencia del organismo en su función teórica y la materialización práctica de la misma. Su comportamiento en determinadas operaciones empresariales, su crítica al mercado eléctrico y a la propia normativa han derivado en su caída en picado hacia el descrédito de la institución, que es incapaz de presentar una voz medianamente articulada o coherente en un momento tan importante para el sector energético como este.
En algunos casos, estos votos han sido un escándalo y en otros un bochorno, porque han puesto en evidencia las propias decisiones del organismo y, en consecuencia, al Consejo de Administración del mismo, de paso, ya que enseñaban las costuras, zurcidos y remaches. Sobre todo, porque en muchos momentos (incluso denunciados por el propio Ministerio de Industria), la CNE se dedicaba, inexplicablemente, a cuestionar el marco legal más que a aplicarlo. Probablemente, también la reforma debería evitar adefesios como el Informe de Costes y Precios, impropios de un regulador independiente y supervisor del mercado.
Una de las cuestiones que parece que también se da por descontada es que se abordará la modificación legal necesaria para acometer el problema del déficit tarifario para, de paso, reestructurar en profundidad la CNE, algo que el organismo está pidiendo a gritos en su actual configuración, primero, por su deriva funcional y segundo, por su atrincheramiento ideológico.
Por tanto, quedan varias cuestiones por solventar. ¿Cuánto falta para culminar el acuerdo político que recomponga la composición de la CNE? ¿Se conseguirá un órgano presentable, razonable, necesario para el sector energético? El hecho de que el Pisuerga pasa por Valladolid y por Salamanca, es decir, por el acuerdo para solventar el déficit tarifario y por la partida paralela que se libra en la Comisión Mercado de las Telecomunicaciones. Y las preguntas que se suceden al respecto: ¿se va a reducir el número de miembros del Consejo de Administración? ¿Quién se verá afectado por este efecto acordeón?
Atentos.



Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir