Más carbón: más carbono, más emisiones
Como venimos adelantando, la propuesta de apoyo al carbón nacional supone aumentar de forma muy notable la producción de electricidad por carbón en los próximos tres años. Algo que ya se está valorando como un retroceso grave en la configuración del mix de generación de electricidad español y en su modernización hacia mayores niveles de eficiencia y sostenibilidad medioambiental.
De hecho, si la tendencia internacional busca mejorar la eficiencia energética y medioambiental, está actuación iría radicalmente contra los postulados de los organismos internacionales y de las principales economías del mundo que se lo han tomado con mayor seriedad, haciendo coherente sus políticas energéticas con estos objetivos.
– Más carbón: mucho más de lo que parece
Según las informaciones a las que ha tenido acceso Energía Diario, las previsiones que se derivan de la propuesta conocida, sitúan una producción estimada de 26 TWh en 2010, 26 TWh en 2011 y 14 TWh en 2012. Teniendo en cuenta que la producción de carbón nacional en el año 2009 se situará entre 6-7 TWh el objetivo supone más que triplicar la producción de este año.
Pero es más, dada la baja calidad del carbón nacional para la generación de electricidad, es necesario a su vez mezclarlo con carbón importado en un 30 %. La consecuencia es que la producción necesaria de energía eléctrica a partir de quemar carbón se elevaría más todavía, hasta un volumen de 34 TWh en 2010, 34 TWh en 2011 y 18 TWh en 2012. En total, la friolera de 86 TWh en tres años.
Por otra parte, hay que tener en cuenta la menor eficiencia energética de las centrales térmicas de carbón frente a los ciclos combinados, tecnología que sería ‘la expulsada del mercado’ por la regulación obligatoria. Mientras las centrales térmicas se sitúan en un rango de eficiencia del 30-35 %, las de ciclo combinado se sitúan en un 55-60%. Es decir, hay que introducir más energía primaria para conseguir un kilowatio en el carbón que en el gas. La denominada intensidad energética aumentaría (la cantidad de energía primaria por kw producido). Algo que pese a lo que pueda parecer es malo, es símbolo de ineficiencia y derroche.
– Más emisiones: 43,5 millones en tres años, que cuestan 565 millones de euros.
En términos de emisiones de carbono, es decir de gases efecto invernadero, también hay grandes diferencias entre el carbón y el gas. De hecho, una central térmica emite el triple de dióxido de carbono por MW/h producido que una central de gas. Con lo cual, ya se puede avanzar que la medida elevará las emisiones de carbono en España sin remedio, hasta cifras sin precedentes.
Los resultados de los tres elementos: evolución de la producción, menor eficiencia en la generación y diferencia contaminante son claros. Las estimaciones que se derivan de este aumento de producción suponen el aumento de las emisiones de efecto invernadero (carbono) en un 20 % en el sector de generación eléctrica (algo especialmente relevante en la medida que la electricidad supone del orden del 50 % de las emisiones de carbono de la economía española). En total, cambiar 26 TWh anuales de producción para que se produzcan obligatoriamente por carbón nacional, supone 18 millones de Toneladas de CO2 más. Así, el conjunto de la propuesta supondría 43,5 millones de Toneladas más en tres años. Si además calculamos el coste de los derechos de emisión asociados (de hecho, un coste permanente en la generación eléctrica), la cifra en términos económicos supondría un coste adicional a la economía española y para el consumidor de 565 millones de euros (calculados al precio actual de mercado, sin las previsiones de elevación del mismo ya existentes) derivado del aumento de la contaminación adicional derivada del nuevo modelo de protección adicional el mercado español al carbón nacional.
Fuentes consultadas por este medio califican en este sentido y en este contexto de “barbaridad” y de “incoherencia” esta medida, en primer lugar con el discurso político que mantiene España a nivel internacional y nacional, con la tendencia general de las economías occidentales (incluidos la reconversión de los Estados Unidos tras la llegada de Obama) y contra la lógica económica.
Por otra parte, hay que recordar que España sigue manteniendo un resultado muy deficiente de sus compromisos internacionales en materia de reducción de emisiones de carbono. Incluso con la crisis económica galopante, afectando al empleo de forma intensa, la reducción es menor de la que sería proporcional a esta caída. Además, podría resultar enormemente paradójico que con una situación de crisis económica y de la actividad aumentasen las emisiones de carbono en nuestro país, fruto de esta medida (además de los costes que ello supone).
Por ello, si unimos el efecto del Plan contra las energías renovables y el aumento de las emisiones, claramente la medida es doble anti política medioambiental. Si existiera, claro, aunque sea un ejercicio retórico presidencial en todo sitio y en todo lugar.



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