Déficit tarifario: presente y futuro
La cuestión del déficit de tarifa y su titulación es una cuestión muy seria. De hecho, es una cuestión de Estado, que ha tomado alcance europeo e internacional. Según se ha podido saber a posteriori, la visita de Angela Merkel tuvo como precedente varias visitas de las autoridades financieras germanas con el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
En dichas entrevistas, según fuentes financieras, se abordaron dos cuestiones económicamente interrelacionadas y concernientes con la energía: la primera, la inclusión del déficit tarifario dentro de la deuda pública española, casi como un sumando más; Y, la segunda, los efectos del cambio de regulación de las energías fotovoltaicas (por cierto, también uno de los elementos que engrosan el déficit tarifario, entre otros) por el aumento de riesgos para las entidades financieras alemanas que han financiado estos proyectos.
Por tanto, los 22.000 millones de euros de déficit tarifario acumulados en números redondos, con el necesario aval del Estado (hasta los 25.000 previstos), vienen a engrosar parte de algo muy semejante a lo que es la deuda soberana española. Que el déficit tarifario reúne todas las condiciones para ser considerado como deuda pública está bien recordarlo para aquellos que olvidaron su origen, dado que cualquiera que indaga en la naturaleza económica del citado déficit acaba extrañándose sobremanera de la forma en que se ha ido acumulando hasta las proporciones actuales. Dicha deuda, también tiene un efecto sobre el endeudamiento general, sobre el rating del país y de nuestras empresas.
La forma de abordar esta cuestión en el corto plazo es la colocación de los instrumentos financieros y en el medio largo plazo es la política energética y de precios de la electricidad. Ambos serán los dos ejes futuros de la resolución de este problema. Por eso, agilizar el proceso de colocación del déficit, desarrollar las siguientes emisiones en breve, en momentos favorables en los mercados financieros (al menos para que nos cueste menos), y otorgar credibilidad a la política económica, financiera y energética deben ser objetivos primordiales y parece que se está actuando en este sentido.
De hecho, la cuestión es doble, primero, hay que adquirir consciencia de la naturaleza del déficit tarifario y su consideración asimilada a deuda pública española. Y, segundo, también existe una demanda, consistente en incorporar garantías de que esa deuda no se va a seguir engrosando, instrumentando para ello una política económica, energética y de precios energéticos estable y realista, garantizando el funcionamiento de los mercados de la electricidad. Ortodoxia. Una continuidad de objetivos que debe ser abrazado por todas las fuerzas políticas. Toca por tanto una labor de orfebre a partir de ahora, para aprovechar todos los huecos a la hora de compensar el desfase existente en las tarifas eléctricas.
Para contextualizar el tema del déficit tarifario hay que dibujar el marco de la Deuda Pública. La deuda pública española había tenido hasta el principio de la crisis una tendencia descendente hasta llegar a significar un 35% del PIB. Tras la época de alegría vertiginosa en la formación del déficit público, la inercia llevó a que nos situásemos en un muy breve espacio temporal cerca del 60% (25 puntos más), con nulos resultados sobre la actividad económica. Una teoría kamikaze que ha venido a ser subsanada por la intercesión del eje franco-alemán, es decir, por los que financiaban esa alegría con sus empréstitos. Por tanto, como criterio general, la Alemania prestadora colabora con la resolución de los problemas españoles, con la colocación de la deuda actual, a la vez que pide disciplina y rigor futuros a las autoridades españolas. Esa será la norma y esos son los márgenes de actuación, por otra parte completamente razonables, aunque pese a los valedores de soluciones arriesgadas o que cuestionan el funcionamiento de los mercados financieros.
Así, surgen voces que reclaman comportamientos más castizos también en el sector energético. ¿Y si nosotros, por decisión política o ideológica, nos queremos endeudar, qué? O preguntas al aire que causan pavor ¿pero es que van a poder más los mercados que la política? Pues sí, es así. Pero era así, antes también: sólo que había liquidez. Al igual que no se puede decidir que España tenga litoral en el Pacífico, hay limitaciones que se tienen que adoptar con consciencia de la naturaleza de los hechos económicos y su interconexión. Los mercados tienen información perfecta y no se conforman con retóricas o con argumentos vacíos de marketing político. De ahí, que de poco sirvan las «addendas» al Acuerdo Social y Económico en el marco de la energía, si no se aborda con rigor y sin excentricidades o atajos el problema del déficit tarifario.
Está claro que además de la política económica, también la energética y la de precios eléctricos y respeto a los mercados son cuestiones serias que precisan soluciones comprometidas y estables. Además, como ven, están en observación.


Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir