Es urgente la sustitución del actual Secretario de Estado de Energía

Y esa mayor rapidez se deriva, principalmente y en primer lugar, de la propia cauterización e inoperancia final que se registra en la Secretaria de Estado, en un momento clave en el que se requiere una implicación total de un responsable con capital político para abordar de manera global el conjunto de problemas del sector energético en una etapa crucial para el mismo. En el momento actual, es necesario un responsable al frente con capacidad técnica, gestora, estratégica, económica y negociadora, algo que ha sido una carencia histórica en los últimos años de esta posición en la administración energética española.

Por eso, si hacemos una semblanza de Pedro Marín, dimisionario Secretario de Estado de Energía al frente de esta responsabilidad, no podemos encontrar los graves atropellos de su predecesor Ignasi Nieto en el cargo pretérito (hasta su elevación de rango por parte del ministro Miguel Sebastián, Secretaría General de Energía) aunque sí una gestión que nos lleva a la desazón. Evidentemente, en su ejecutoria, no se han dejado sentir las barbaridades jurídicas del anterior Secretario General, aunque sí se han producido barbaridades de otro tipo y la mayor, probablemente, sea que un buen Real Decreto Ley, al menos en lo concerniente al déficit tarifario y su constreñimiento, haya sido continuamente mancillado por las posteriores decisiones de las tarifas.

En otro orden de cosas, hasta el momento, tampoco ha resuelto problemas largamente larvados como el de la retribución de la distribución. Del mismo modo, el propio mecanismo de compensaciones cruzadas que ha generado el decreto de carbón y sus damnificados cruzados (en términos bíblicos: hasta setenta veces siete). Y, junto a ello, la inoperancia en abordar el problema del volumen y régimen retributivo de las energías renovables en régimen especial le deja una pesada herencia a su sucesor (fundamentalmente: acuerdos de mínimos y soluciones provisionales de coyunturalidad y parcialidad constrastada).

Al mismo tiempo no ha puesto coto al galopante déficit tarifario, sino que se ha alentado. Luego en el problema de la titulización, cuyas cifras crecientes impedían el cálculo a los responsables de posibilitar financieramente la colocación de esta deuda (fundamentalmente el Ministerio de Economía y Hacienda). Y, luego, por el dimensionamiento del déficit presente y futuro, la cuenta parece que no tiene fin y desde Economía han pasado diferentes fases, dudando entre si cruzar los dedos o llevarse las manos a la cabeza con la situación. Todos son conscientes de que el recurso a esta anómala figura tiene los días contados y que la necesidad de involucrar a las instituciones financieras europeas pone en observación las decisiones tarifarias futuras de un país que ha decido endeudarse para pagar la factura de un suministro como la electricidad.

En este sentido, el actual Secretario de Estado, con este balance a sus espaldas, ha defraudado el enorme peso que había puesto el Ministro Sebastián en su toma de posesión y esto ha trascendido hasta los medios de comunicación generales que se han hecho eco de forma amarga, incluso satírica, de la maldita gracia del malditismo (Veáse El País, con un botón de muestra,La secretaría maldita)..

Pero, es más, si tuviéramos que hacer un balance de sus últimas contribuciones, de lo que serían sus últimas voluntades como Secretario de Estado, casi nos tendríamos que ceñir a la comunicación electoral propia para sus aspiraciones futuras, donde ha centrado su foco. En los últimos tiempos, Marín ha desplegado una intensa actividad para promocionar su candidatura a la Dirección del IRENA, consciente de la dificultad de su consecución y de lo suculento de la propuesta. Con la situación y el estado del sector energético como venimos contando, Marín, con el apoyo del propio Sebastián, ha focalizado su actividad en la candidatura a este organismo internacional, abdicando de sus responsabilidades al frente de esta área en la Administración española, de forma que los problemas domésticos vienen siendo pastoreados o ninguneados.

En esta campaña, entre otras cosas, hemos podido conocer como se ha dedicado a pedir a los Consejeros Delegados de las empresas el apoyo explícito a su candidatura, ha viajado a Rusia y a Cancún con este motivo, abandonándose a esta labor promocional, estando ausente en cuestiones capitales. Por otro lado, y a parte de que Marín consiga el puesto al que aspira en la tierra de promisión de esta agencia de renovables de los países árabes, sí que resultaría paradójico que, con el estado del arte en que ha acabado la situación de las energías renovables en España, tras su mandato como Secretario de Estado obtuviera un premio a nivel internacional por sus logros en este sector. Probablemente, en este sentido, en el caso español, sea el momento de barrer debajo de las alfombras.

Por tanto, este proceso de postulación se ha puesto por delante de la resolución del déficit tarifario o de conseguir un marco económico, regulatorio y retributivo sostenible en todos los sentidos con las energías renovables y de régimen especial, como temas candentes y de actualidad. Y, finalmente, por cómo se ha producido su dimisión y los sucesos episódicos posteriores, ha dejado en una franca debilidad al Ministro de Industria de cara a abordar su sustitución y su negociación con la Vicepresidencia Económica.

La salida de Pedro Marín de la Secretaría de Estado de Energía, por tanto, ya es una cuestión de urgencia que debe resolver el Gobierno y su Consejo de Ministros con la mayor brevedad. Debe encararse en serio y para tener al frente de la misma, con capacidad contrastada y dedicado de forma centrada en los problemas sectoriales. Su presencia al frente del organismo forma parte de los problemas sectorial, inclusive para el propio Ministro de Industria. Hoy ya es un flanco débil que Sebastián no se puede permitir.

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