Un inventor presenta una central eléctrica tan potente como una central nuclear

Antonio Ibáñez, ingeniero industrial de profesión y dueño de la empresa Alba Montecristo, ha explicado que este proyecto consiste en producir energía eléctrica a través de la presión de agua que se genera con la explosión de estas sustancias químicas.

Estas explosiones controladas, que se producen dentro del sistema diseñado por el inventor ciudadrealeño, pueden llegar a ser de entre 100 y 600 bares, pudiéndose lograr en función de la demanda.

Ibáñez comenta que para hacerse una idea de la capacidad de lo que esto supone, valdría con tener en cuenta que para lograr una presión de diez bares «el equivalente sería un salto convencional de 100 metros en una central hidroeléctrica».

El invento diseñado emplea un circuito cerrado de agua y una turbina que la batea hasta presurizarla, logrando generar la energía eléctrica que se desea.

Los niveles de potencia que se logran con esta central van en consonancia al uso de las sustancias químicas explosivas utilizadas, pudiendo llegar desde los diez kilovatios hasta los 1.100 megavatios de potencia, «el equivalente a una central nuclear», afirma.

Ibáñez explica que la gran ventaja de este equipo, con respecto a una central nuclear, «es que el único residuo que deja es oxígeno, mientras que el residuo de la nuclear es el que conocemos».

«El combustible que usamos, una vez que explosiona, no contamina», afirma el inventor, quien, asegura que, además, «todo el sistema es muy respetuoso con el medio ambiente».

Esta novedosa central eléctrica tiene muchas ventajas, pero, para el inventor, la más destacable es que, al ser modular, puede ser fácilmente desplazable, lo que le permite poder llevarla hasta cualquier lugar.

Esto, a su juicio, le da una mayor aplicación puesto que en países o zonas que no cuenten con instalaciones de redes eléctricas, se puede instalar un grupo de este tipo facilitando la producción eléctrica.

Ibáñez afirma que su invento, al poder producir con facilidad una gran potencia, es posible también darle aplicación en los procesos de ósmosis inversa que se emplean para desalar agua en las plantas desaladoras.

En este sentido, apunta que tiene la capacidad de producir alta presión a un coste bajo lo cual, en caso de aplicarse en este tipo de sistemas, supondría una abaratamiento enorme de los costes.

Para este ingeniero, otra ventaja añadida a este producto es que, tanto los costes de producción como su mantenimiento son asequibles para cualquier inversor.

Para Ibáñez, una de las aplicaciones más importantes es que podría contribuir al futuro del desarrollo del coche eléctrico, al poder ser instalada en las gasolineras, donde en unos minutos y gracias a la tecnología que emplea, los coches podrían recargar fácilmente sus baterías.

El invento, según el impulsor de la idea, ya ha llamado la atención de algunos inversores que se han interesado por el producto e, incluso, afirma que ya ha mantenido contactos con una empresa multinacional dedicada a la producción de energía.

Pero el invento, que cuenta con varios registros como patente de invención y modelo de utilidad, no sólo ha interesado en España, sino fuera de las fronteras, en concreto en países como China, Brasil y EEUU, donde el inventor tiene previsto viajar en breve.

Ibáñez, que preside el Grupo de Investigación y Desarrollo Alba Montecristo, tiene más de 300 patentes registradas, fruto de otros proyectos de investigación anteriores.

Entre estas, destaca un proyecto de trasvase del río Ródano de Francia a toda España por medio de un sistema submarino de transporte de agua, un colchón climatizado que ofrece calor y frío, una árbol apagafuegos, una palmeras artificiales capaces de crear microclimas y un sistema de identificación mediante reconocimiento óptico de huellas digitales, entre otros muchos.

Un inventor presenta una central eléctrica tan potente como una central nuclear

Antonio Ibáñez, ingeniero industrial de profesión y dueño de la empresa Alba Montecristo, ha explicado que este proyecto consiste en producir energía eléctrica a través de la presión de agua que se genera con la explosión de estas sustancias químicas.

Estas explosiones controladas, que se producen dentro del sistema diseñado por el inventor ciudadrealeño, pueden llegar a ser de entre 100 y 600 bares, pudiéndose lograr en función de la demanda.

Ibáñez comenta que para hacerse una idea de la capacidad de lo que esto supone, valdría con tener en cuenta que para lograr una presión de diez bares «el equivalente sería un salto convencional de 100 metros en una central hidroeléctrica».

El invento diseñado emplea un circuito cerrado de agua y una turbina que la batea hasta presurizarla, logrando generar la energía eléctrica que se desea.

Los niveles de potencia que se logran con esta central van en consonancia al uso de las sustancias químicas explosivas utilizadas, pudiendo llegar desde los diez kilovatios hasta los 1.100 megavatios de potencia, «el equivalente a una central nuclear», afirma.

Ibáñez explica que la gran ventaja de este equipo, con respecto a una central nuclear, «es que el único residuo que deja es oxígeno, mientras que el residuo de la nuclear es el que conocemos».

«El combustible que usamos, una vez que explosiona, no contamina», afirma el inventor, quien, asegura que, además, «todo el sistema es muy respetuoso con el medio ambiente».

Esta novedosa central eléctrica tiene muchas ventajas, pero, para el inventor, la más destacable es que, al ser modular, puede ser fácilmente desplazable, lo que le permite poder llevarla hasta cualquier lugar.

Esto, a su juicio, le da una mayor aplicación puesto que en países o zonas que no cuenten con instalaciones de redes eléctricas, se puede instalar un grupo de este tipo facilitando la producción eléctrica.

Ibáñez afirma que su invento, al poder producir con facilidad una gran potencia, es posible también darle aplicación en los procesos de ósmosis inversa que se emplean para desalar agua en las plantas desaladoras.

En este sentido, apunta que tiene la capacidad de producir alta presión a un coste bajo lo cual, en caso de aplicarse en este tipo de sistemas, supondría una abaratamiento enorme de los costes.

Para este ingeniero, otra ventaja añadida a este producto es que, tanto los costes de producción como su mantenimiento son asequibles para cualquier inversor.

Para Ibáñez, una de las aplicaciones más importantes es que podría contribuir al futuro del desarrollo del coche eléctrico, al poder ser instalada en las gasolineras, donde en unos minutos y gracias a la tecnología que emplea, los coches podrían recargar fácilmente sus baterías.

El invento, según el impulsor de la idea, ya ha llamado la atención de algunos inversores que se han interesado por el producto e, incluso, afirma que ya ha mantenido contactos con una empresa multinacional dedicada a la producción de energía.

Pero el invento, que cuenta con varios registros como patente de invención y modelo de utilidad, no sólo ha interesado en España, sino fuera de las fronteras, en concreto en países como China, Brasil y EEUU, donde el inventor tiene previsto viajar en breve.

Ibáñez, que preside el Grupo de Investigación y Desarrollo Alba Montecristo, tiene más de 300 patentes registradas, fruto de otros proyectos de investigación anteriores.

Entre estas, destaca un proyecto de trasvase del río Ródano de Francia a toda España por medio de un sistema submarino de transporte de agua, un colchón climatizado que ofrece calor y frío, una árbol apagafuegos, una palmeras artificiales capaces de crear microclimas y un sistema de identificación mediante reconocimiento óptico de huellas digitales, entre otros muchos.

Un inventor presenta una central eléctrica tan potente como una central nuclear

Antonio Ibáñez, ingeniero industrial de profesión y dueño de la empresa Alba Montecristo, ha explicado que este proyecto consiste en producir energía eléctrica a través de la presión de agua que se genera con la explosión de estas sustancias químicas.

Estas explosiones controladas, que se producen dentro del sistema diseñado por el inventor ciudadrealeño, pueden llegar a ser de entre 100 y 600 bares, pudiéndose lograr en función de la demanda.

Ibáñez comenta que para hacerse una idea de la capacidad de lo que esto supone, valdría con tener en cuenta que para lograr una presión de diez bares «el equivalente sería un salto convencional de 100 metros en una central hidroeléctrica».

El invento diseñado emplea un circuito cerrado de agua y una turbina que la batea hasta presurizarla, logrando generar la energía eléctrica que se desea.

Los niveles de potencia que se logran con esta central van en consonancia al uso de las sustancias químicas explosivas utilizadas, pudiendo llegar desde los diez kilovatios hasta los 1.100 megavatios de potencia, «el equivalente a una central nuclear», afirma.

Ibáñez explica que la gran ventaja de este equipo, con respecto a una central nuclear, «es que el único residuo que deja es oxígeno, mientras que el residuo de la nuclear es el que conocemos».

«El combustible que usamos, una vez que explosiona, no contamina», afirma el inventor, quien, asegura que, además, «todo el sistema es muy respetuoso con el medio ambiente».

Esta novedosa central eléctrica tiene muchas ventajas, pero, para el inventor, la más destacable es que, al ser modular, puede ser fácilmente desplazable, lo que le permite poder llevarla hasta cualquier lugar.

Esto, a su juicio, le da una mayor aplicación puesto que en países o zonas que no cuenten con instalaciones de redes eléctricas, se puede instalar un grupo de este tipo facilitando la producción eléctrica.

Ibáñez afirma que su invento, al poder producir con facilidad una gran potencia, es posible también darle aplicación en los procesos de ósmosis inversa que se emplean para desalar agua en las plantas desaladoras.

En este sentido, apunta que tiene la capacidad de producir alta presión a un coste bajo lo cual, en caso de aplicarse en este tipo de sistemas, supondría una abaratamiento enorme de los costes.

Para este ingeniero, otra ventaja añadida a este producto es que, tanto los costes de producción como su mantenimiento son asequibles para cualquier inversor.

Para Ibáñez, una de las aplicaciones más importantes es que podría contribuir al futuro del desarrollo del coche eléctrico, al poder ser instalada en las gasolineras, donde en unos minutos y gracias a la tecnología que emplea, los coches podrían recargar fácilmente sus baterías.

El invento, según el impulsor de la idea, ya ha llamado la atención de algunos inversores que se han interesado por el producto e, incluso, afirma que ya ha mantenido contactos con una empresa multinacional dedicada a la producción de energía.

Pero el invento, que cuenta con varios registros como patente de invención y modelo de utilidad, no sólo ha interesado en España, sino fuera de las fronteras, en concreto en países como China, Brasil y EEUU, donde el inventor tiene previsto viajar en breve.

Ibáñez, que preside el Grupo de Investigación y Desarrollo Alba Montecristo, tiene más de 300 patentes registradas, fruto de otros proyectos de investigación anteriores.

Entre estas, destaca un proyecto de trasvase del río Ródano de Francia a toda España por medio de un sistema submarino de transporte de agua, un colchón climatizado que ofrece calor y frío, una árbol apagafuegos, una palmeras artificiales capaces de crear microclimas y un sistema de identificación mediante reconocimiento óptico de huellas digitales, entre otros muchos.

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