Los males mayores: mi reino por un caballo

Un adagio latino decía algo así. Por una herradura, un caballo; por un caballo, un caballero; por un caballero, una batalla; por una batalla, una guerra; por una guerra, un reino. ¡Mi reino por un caballo! Así y ante la demanda de aumentar las ayudas directas al Plan del Carbón 2008-2012 y la formulación de que éstas se instrumenten desde el sector eléctrico mediante la priorización de adquirir carbón y quemarlo para producir electricidad a precio regulado, podríamos encontrar una sucesión de consecuencias de este mismo calado e impacto para el sector, para el mercado y para los consumidores, consecuencias que la medida va a encarecer.

Consecuencias que tendrán que ser evaluadas con tres criterios diferenciales. El primero, el impacto en la tarifa eléctrica y en el déficit tarifario. De hecho, la propuesta no es nada inocua, dado que, al final, las primas al carbón, los derechos de emisión de contaminación adicionales y los pagos por capacidad a las plantas gasistas por dejar de producir tendrán que ser pagados por los consumidores. Eso y las diferencias por generar energía mediante tecnologías menos eficientes y menos competitivas.

Así, el primer criterio es cómo la medida afecta a la factura energética traduciéndose en mayores precios en el mercado de generación (de hecho, uno de los problemas que ha derivado en el problema del carbón nacional es la caída de precios en el mercado, dado que, al ser menos competitivo no efectúa casaciones: es decir, no vende energía por no llegar a cubrir costes). Ese mayor precio reducirá también el margen de déficit tarifario que establecía el Real Decreto Ley 6/2009 para los próximos tres años y encarecerá su financiación futura (de hecho, casi se lo come entero) y complica los planes de Industria de cara a la comercialización. Además pone la proa al desarrollo renovable.

Segunda cuestión a tener en cuenta es el montante de la medida y sus efectos, comparativamente con las aportaciones que requerían los agentes sociales al Plan del Carbón Nacional. De 300 millones pedidos al Presidente, la “dolorosa” se ha elevado mucho más de lo previsto inicialmente, por el mecanismo utilizado: priorizar carbón nacional expulsando otras fuentes más eficientes. Las cifras que se han hecho públicas sin efectos indirectos alcanzan los 4.700 millones de euros. Hubiera sido mucho más fácil y limpio el aumento de las cuantías del Plan del Carbón. El procedimiento, habiendo sido suavizado con respecto a la primera propuesta (o mejor dicho, matizado en su efectos con compensaciones), es más caro y más sucio que las ayudas directas (y no sólo por las mayores emisiones de carbono, sino también por cómo se entremezcla y altera por sus consecuencias en los goznes del mercado eléctrico). De confundir política social con funcionamiento de mercado para estropear y encarecer las dos. Además, sigue existiendo el problema de que la Unión Europea lo perciba como ayudas de estado, un riesgo que no está del todo conjurado.

Pero, es más: si se divide el impacto calculado de la medida por cada uno de los trabajadores que trabajan en el carbón nacional, sale una subvención directa por puesto de trabajo a 31 de diciembre de 2008 de 885 mil euros y que sería superior al millón de euros si a esto unimos las ayudas anuales del Plan. Y, por la vía de los accionistas, la propiedad de estas empresas está muy concentrada: tampoco es que sea muy numerosa o participativa para los españoles. En suma, una cantidad que los mineros no han visto ni en pintura y viendo la situación del norte de España (lo que denomina Enric Juliana, el nuevo Sur) no parece que se traduzca en desarrollo regional.

El tercer criterio, es el de la crisis económica de nuestro país y ver si la forma de resolver un problema como el del carbón nacional (problema indudable que requiere actuaciones gestoras y políticas) es el procedimiento del genocidio de las moscas mediante las baterías antiaéreas, la artillería pesada y los cañonazos. Primero, porque es geométrico el salto cuantitativo de las demandas sociales con respecto a los costes finales de una medida mal instrumentada. Segundo, porque sitúa un escenario de vuelta a atrás y de producción carbonífera desde el cual volver a un modelo de reestructuración programada se complica y perjudica al mix energético español haciéndolo más ineficiente. ¿No hay formas más eficientes de resolver el problema? Con el problema general de empleo de nuestro país, una actuación de este tipo generaría efectos incalculables.

Por eso, ya han venido los primeros y serios reproches a esta política errática por una parte en términos de “justicia comparativa”. En estos días se ha recordado cómo el sector fotovoltaico ha tenido una reconversión acelerada de 20.000 empleos con la entrada del nuevo procedimiento del Real Decreto 1578/2008. Y, por otra parte, las incertidumbres en determinadas tecnologías renovables por la gestión del registro de preasignación, administración temporal del mismo y nuevo marco regulatorio y retributivo pendiente y que están teniendo ya en el horizonte efectos sobre un sector cuyo nivel de empleo es ya muy alto comparativamente.

Por su parte, el Presidente parece que ha emprendido un camino que le aboca a intentar contentar a tirios y troyanos, con la retranca de su procedencia y sus vinculaciones. Habla en sus discursos sin cesar de cambio climático, de energías renovables, de eficiencia energética. Por otro lado, dice que aprovechará su período de presidencia de turno en la Unión Europea para fomentar el carbón nacional, aplica medidas internas que aumentan emisiones de carbono (junto con los polémicos Planes Nacionales de Asignación y su distribución o la detracción de derechos en la tarifa eléctrica indiscriminada), o disminuye la eficiencia energética en la generación. Rodiezmo versus Kyoto. Más contexto: la UE le reprende por su política medioambiental y, para más INRI, se le queman las Tablas de Daimiel. Cosas que tiene la política.

Por otro lado, Rifkin dice que Obama está atento a la política medioambiental española. En estas condiciones, no se sabe cuánto durará un modelo que tiene ciertos componentes de “atrezzo” y opereta, si rascan un poco. Frente a ello, hoy hemos podido volver a leer declaraciones políticas en el reportaje que publica EL PAÍS(Rodiezmo contra Kyoto), en que justifican esta medida (que tenía alternativas mucho más baratas y eficientes, en “la palabra dada”). Ya estamos otra vez igual. ¿Les suena? Maldita sea.

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