La posición engañosa de la CNE sobre el carbón nacional y el Ministro que entrega el carné de Greenpeace

Todos los medios de comunicación recogen hoy la posición de la Comisión Nacional de Energía respecto al decreto del carbón nacional, en términos cuasi laudatorios, cuestión que merece un análisis más o menos detallado. Las conclusiones del posicionamiento de la CNE respecto del Real Decreto, según lo que se ha podido conocer y a falta del Informe del organismo: no censura la medida, crítica al mecanismo previsto por el Gobierno «con el fin de minimizar su efecto» y también formula varias propuestas alternativas entre las que figura la sugerencia de un sistema de primas para el carbón nacional autóctono. En todo caso, una vez conocidos los Informes y los votos particulares, será cuestión de analizarlos con mayor profundidad.

Lo que sí parece claro es que hay un eje que no cuestiona el Consejo de Administración de la CNE y es la medida en sí: la potenciación de la generación de electricidad mediante carbón nacional a través del sector eléctrico y la ruptura del mercado eléctrico. Verdadero quiz de la cuestión. Nunca el colectivo retroprogresivo de la energía se habría cobrado una pieza tal como el Real Decreto ideado para fomentar la generación de electricidad a partir de la quema a todo trapo de carbón nacional, por tratarse de un «recurso estratégico» y por estar requerido a insuflar más pasta a este sector con cargo al sistema eléctrico, a la tarifa y a los consumidores. Por eso se le ha dado una denominación tan eufemística como procedimiento de resolución de restricciones técnicas por motivos de garantía de suministro.

En el fondo, la ruptura del mercado eléctrico, su seccionamiento, su troceamiento, su jibarización son pretensiones continuadas de quienes no han aceptado el modelo de liberalización del sector eléctrico desde 1998. Y son conocedores de que este Real Decreto supone una vía de agua, un mecanismo de voladura del proceso de liberalización por la acción de un Ejecutivo que gestiona mal las presiones, en una concepción latina en términos de subvenciones cruzadas de unos sectores hacia otros, aunque alteren el funcionamiento racional de los mercados, de la economía y de la energía.

Da igual que sea una medida que supone el aumento de la tarifa eléctrica (cosa que el organismo señala, preparándonos), que aumente la generación de emisiones efecto invernadero, que trastorne la política energética y medioambiental, que suponga el harakiri a las propias funciones de salvaguarda del mercado que tiene encomendadas este organismo regulador. Da igual que sea difícilmente sostenible desde el punto de vista económico y de garantía de suministro (como se pretende bautizar) y que, por otra parte, sea extremadamente difícil que soporte la prueba del nueve de la Unión Europea, en lo que se refiere a su consideración de ayudas de Estado.

Por eso, ayer el Consejo de Administración de la CNE en funciones aprobó un Informe cuidadosamente crítico, cuidadosamente condescendiente con una medida muy dudosa, criticable, ineficiente y cara. Todo ello bajo el influjo de posiciones antimercado y retroprogresivas que ha venido emitiendo el organismo y que no son ninguna novedad. Y, de paso, de rondón, se da un estacazo al mercado eléctrico.

Mientras, Miguel Sebastián, que sólo ha hecho lo que le dicen en este caso, se da de baja de Greenpeace, y pierde/entrega el carné de ecologista. Lo hace por las críticas que recibe de la organización ecologista dada su política energética y la política ambiental asociada, de tener esa consideración, una y otra. ¿Qué culpa tienen Sebastián y Greenpeace de todo esto? En todo caso, el Ministro haría bien en pensarse más esta decisión. Y la otra, porque los miembros de la CNE seguro que no entregan el carné. Al menos ése.

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