La energía es mi jardín

Una vez derrocado el dictador filipino Ferdinand Marcos, el (magnífico) periodista y escritor Manuel Leguineche, publicó un libro dedicado a la esposa del dictador, Imelda Marcos. El libro tenía por título ‘Filipinas es mi jardín’, un título que es toda una declaración de principios de una forma de ejercicio de poder: la volubilidad, el sometimiento a los deseos del ejerciente al sentir un poder omnímodo y la arbitrariedad que se traduce en su voluntad al frente de las decisiones.

Viene esto al caso, tras la lectura del canto del cisne que realiza el sector eólico ante la inminencia (antes o después de las elecciones) de la aprobación del real decreto que modifica el régimen de las energías renovables. En primer lugar, por las formas, en el caso que nos ocupa, el Secretario General de Energía, no ha llevado una posición de consenso a esta ‘negociación’. Su objetivo, el reservarse la capacidad de alterar la retribución de los activos y no dejar un marco conocido y estable para la duración de estas inversiones ha contado con varias sinergias (tristes carencias): la falta de conocimiento de los mecanismos que provocan las decisiones económicas, la necesidad de ajustar y comprenderlos antes de regular, la ausencia de capacidad y análisis serio y riguroso, la dificultad de explicar públicamente toda esta situación y sus consecuencias a la sociedad y la posible complicidad ante determinados comportamientos regulatorios intervencionistas. Posiblemente, sólo ciertas Comunidades Autónomas puedan ser conscientes, en el caso de que sus inversiones eólicas puedan estar en riesgo, de las consecuencias que entraña la reforma del Real Decreto 434/2006.

A toda costa

En un segundo estadio, porque para justificar una propuesta arbitraria o retroactiva, es han obviado todos los dictámenes de los órganos regulados colegiados, Comisión Nacional de Energía y Consejo de Estado. Nadie ha incorporado y aprendido la totalidad de objeciones que daban buena cuenta estos dos órganos. Ha sido un deseo llevado hasta el final a toda costa por Nieto y Clos, tolerados y sin frenos, en su ejercicio frente a la lógica económica, los reguladores, el sector (que por cierto nos ha llevado a una posición de liderazgo e innovación tecnológica mundial).

En este deseo, sin límite en su ejecutoria, se han utilizado los datos de los meses que interesaban para avalar la propuesta (tres meses del precio del ‘pool’ del 2006) y reflejar que de lo que hablaban las empresas era desproporcionado. Nadie habla del resultado en este año con los precios muchísimo más bajos. Se ha realizado la contrarreforma de un decreto en un aspecto en el que había resultado alabado por todos: la estabilidad regulatoria, frente a la interinidad de los ocupantes de los puestos designados por cada Administración. Se han ofrecido textos y articulados llenos de ‘trampas’ y detalles regulatorios con la intención de confundir. Una política de regate corto, que es del mismo perfil que la que decide cambiar retribuciones a activos gasistas regulados, con una facilidad pasmosa y caprichosa, ajenas a la lógica de la respuesta de los inversores (los que queden dentro de unos años si seguimos en este plan) y los mercados. Todo vale y depende de cada momento. La política, los deseos de quienes la ejercen o el problema coyuntural de cada momento, son los decisores de cada instante. Y luego, se activa la maquina propagandística, y… ya está.

Se trata de una forma de ejercer poder y de entender el mismo como un logro, no como un deber o un servicio: la que reserva plena capacidad arbitraria a un regulador, para modificar en cada momento lo que debe ser un régimen estable, reglas conocidas, asumidas y consensuadas con los agentes económicos para el desarrollo y el bien común. La que señala a quien se perjudica y a quien se beneficia (hagan el análisis por CC.AA y lo verán). Una forma que no implica resolver problemas y gestionar sino incluso, crearlos allí dónde no existen, de forma que se pueda conocer quién es el que está al frente de todo.

De todas formas, si se empieza a producir una reducción en la inversión en este tipo de energía, ya saben lo que tienen que hacer. Los nombres que tienen que recordar. Alguno de estos responsables, con sus arrogancias dice, en su fuero interno: ‘la energía es mi jardín’. Y lo aplica. Y le dejan. Ya saben. Hay que estar atentos.

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