Del buenismo a la firmeza

La intervención de Soria, defendiendo los intereses de una empresa española, en este caso Repsol, es más que sorprendente y nos remite a episodios más propios de una Administración exterior y económica mucho más fuerte y correosa y de corte sajón, que la que hemos venido conociendo en el pasado. Hay que saludar y dar la bienvenida a la iniciativa.

Soria ha comentado: «El Gobierno de España defiende los intereses de todas las empresas españolas, dentro y fuera». Y reforzaba sus afirmaciones: «Si en alguna parte del mundo hay gestos de hostilidad hacia esos intereses, el Gobierno los interpreta como gestos de hostilidad hacia España y hacia el Gobierno de España. El Gobierno lo que sí dice es que si hay gestos de hostilidad, estos traerán consecuencias”.

De hecho cobra más importancia y valor, acostumbrados tal y como estábamos con el Gobierno Zapatero en estos asuntos internacionales a los paños calientes, a la alianza de civilizaciones y a contemporizar con la deriva peronista de Argentina y el delirio chavista en Venezuela. Una política que de buenista pasaba a ser blandengue. Así, las palabras de Soria centrando la situación y las consecuencias en términos de política exterior a la arrogante señora Kirchner deben ser valoradas y resaltadas.

En Argentina en cada elección se elige qué peronismo gobierna, y el desgobierno económico y el populismo financiero del kirchernato ha sido capaz de malgastar los mejores momentos y recursos del país a favor de crear una estructura de poder corrupto y manirroto que no acepta el funcionamiento empresarial y económico y que modifica las reglas de juego para saquear lo que se ponga por delante, convirtiéndose en un monstruo que todo lo devora, poniendo por delante la «política politizada» frente a la economía, las reglas y la estabilidad jurídica.

Pero el cóctel «energía barata» en el plano interno y distorsión en los mercados, mala política energética y económica abstrayéndose de las leyes económicas, de la regulación y seguridad jurídica, encerramiento, silencio, demonización de las empresas y presentación como una afrenta pseudoimperialista, sólo puede acabar en demagogia y populismo. Lean el artículo de Mariano Marzo en El País, que lo explica de manera minuciosa en términos económicos.

Ya era hora de que los comportamientos económicos exteriores de nuestro ejecutivo se pusieran en su sitio. Y que apreciaran adónde llevan estos comportamientos políticos distorsionados sobre precios y regulación en el ámbito energético.

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