Biocombustibles: ¿Hay letra pequeña?

El informe, elaborado por Richard Doornbosch (Asesor Principal de la Mesa Redonda sobre Desarrollo Económico de la OCDE) y Ronald Steenblik (Director de Investigación de la Iniciativa Global de Subsidios, perteneciente al Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible), cuestiona algunas de las afirmaciones de quienes defienden el uso de estos productos.

La información recogida en este informe da lugar a dos preguntas fundamentales. En primer lugar, ¿existen los medios técnicos para producir biocombustibles con todas las ventajas, a una escala significativa y sin comprometer las posibilidades de alimentar a una población en continuo crecimiento? Y en segundo lugar, ¿las políticas nacionales e internacionales de promoción del biocombustible, representan la forma más eficiente en términos de costes de usar la biomasa?

Una de las primeras conclusiones en este sentido es que el desarrollo de cultivos energéticos tiene unos beneficios muy limitados y amenaza con provocar escaseces de alimentos y daños a la biodiversidad.

Técnicamente, señalan los autores, se considera posible que para el año 2050 los biocarburantes puedan suplir el 11% de la demanda total de combustibles líquidos en el transporte. Sin embargo, esto no sería posible sin impactos significativos en la economía global y acabaríamos entrando en una pugna “alimentos versus combustible”. En conclusión, el potencial de las tecnologías actuales para contribuir significativamente a las demandas del transporte sin comprometer el medio ambiente y el mercado alimentario, es muy limitado.

El informe señala que los cultivos se producirán en función de los beneficios que los terratenientes puedan obtener de sus tierras, y los efectos sobre los precios de las materias primas agrarias ya son visibles, esperándose un crecimiento constante durante la próxima década. Por otro lado, se pueden producir cantidades significativas de materia prima “biológica” en regiones tropicales, pero mientras no se apliquen precios adecuados en el mercado a los bienes medioambientales, existirán potentes incentivos para reemplazar ecosistemas naturales, dañando la reputación de los biocombustibles.

«El beneficio medioambiental global de los biocombustibles es muy limitado: sólo en Brasil puede producirse el bioetanol de alta calidad -reducción de emisiones- y a precios competitivos»

Por otra parte, el beneficio del uso de tecnologías convencionales para producción de biocombustibles suele ser muy pequeño en términos de reducción de emisiones, lo que hace que el impacto medioambiental final del uso de biodiésel y bioetanol pueda fácilmente exceder el de la gasolina y el diésel convencional.

Los autores del informe señalan, además, no obstante, que los biocombustibles de segunda generación podrían ser prometedores, pero dependen de avances tecnológicos, y aun así, existen serias dudas de que la materia prima utilizada para su obtención no sea suficiente para alimentar un mercado importante.

En lo referente a perspectivas económicas, los biocombustibles tampoco presentan un punto fuerte. Lo más realista es que alcancen una cuota de mercado de en torno al 13%, pero incluso ese escenario es optimista, ya que se basa en el hecho de que los precios de los biocarburantes se sitúen por debajo de los de los combustibles fósiles, aparte de contemplar una situación de fuertes incentivos estatales.

El informe también habla de las políticas gubernamentales para apoyar y proteger la producción nacional de biocombustibles, y las considera ineficientes, no rentables y que pueden fomentar las “trampas”. Estas políticas tienen un papel muy importante en el atractivo económico de la producción y comercio de combustibles (protección aduanera y subsidios a la producción en cantidades millonarias), con lo que se reduce el mercado internacional al 10% del uso de biocombustibles. Algo muy ineficiente, dado que los producidos en países tropicales son más competitivos. Al final, los gobiernos podrían estar apoyando un combustible más caro y con mayor impacto (negativo) en el medioambiente que su correspondiente fósil.

«Las políticas nacionales de fomento de biocarburantes deben proporcionar incentivos neutros, como impuestos al CO2, y reducir los subsidios a la producción»

Estas políticas tampoco tienen un gran éxito a la hora de reducir gases de efecto invernadero o mejorar la seguridad energética. Y lo que es peor, las obligaciones de biocarburantes buscan cuotas de mercado ambiciosas sin tener un conocimiento profundo de los niveles de producción sostenible y de dónde pueden proceder los combustibles, con lo que existe un riesgo importante de que las cuotas de demanda sean superiores al potencial de suministro sostenible.

Adicionalmente, según establece el informe, es esencial una liberalización internacional en el mercado de biocombustibles, por difícil que sea. Este producto se puede fabricar de forma más eficiente y competitiva en Brasil, aunque hay otras zonas del planeta donde su producción también resulta más eficiente que en Europa y Norteamérica. En este sentido, conviene tener en cuenta que la bioenergía da una oportunidad de crecimiento a muchos países pobres y, sobre todo, les puede ayudar a usar la biomasa para producir su propia electricidad.

«Las organizaciones internacionales deben promover el libre comercio mundial para permitir que la ventaja comparativa de los países en desarrollo les permita desarrollarse económicamente»

Otra de las conclusiones del estudio de la OCDE es que la certificación de unos biocarburantes sostenibles es útil para promover las buenas prácticas, pero aunque es teóricamente posible, no da garantías realistas de una producción sostenible. El informe recuerda lo que ha sucedido con el mercado de la madera y su certificación medioambiental.

El estudio incorpora una serie de recomendaciones para entender y alcanzar el potencial real de los biocarburantes:

– En primer lugar, organizaciones como la AIE, la OCDE, la FAO y el Banco Mundial deben hacer un esfuerzo de comprensión de los límites de los biocarburantes de primera y segunda generación.

– En segundo lugar, debe darse prioridad a la investigación en biocombustibles de segunda generación, en términos tecnológicos y de disponibilidad de materia prima.

– Es necesario verificar los beneficios medioambientales de cada tipo de biocarburante, según su materia prima, origen y desarrollo.

– Es preferible fomentar los biocombustibles con políticas neutras como impuestos sobre el carbono, a imposiciones de porcentajes y cuotas.

– Es esencial unificar un sistema de certificación de biocombustibles sostenibles.

– La Organización Mundial del Comercio debe hacer esfuerzos para eliminar y reducir las barreras comerciales a la importación de biocombustibles y permitir a los países en desarrollo aprovechar su ventaja competitiva.

– Es necesario evaluar la importancia relativa de biocombustibles en los países en desarrollo, pues otras formas de generación energética, y no necesariamente los combustibles líquidos, podrían alimentar su desarrollo económico.

A lo largo de los próximos días analizaremos con detenimiento algunos de estos puntos, desarrollados más extensamente en el informe.

3 comentarios
  1. demóstenes
    demóstenes Dice:

    Los «biocarburantes» no son carburantes biólogicos, sino carburantes obtenidos de fuentes biológicas. Considerando que el petroleo no es biólogico, sino mineral, aunque se haya formado a partir de restos biológicos hace millones de años.
    A partir de este concepto, es fácil imaginar que usar un ser vivo para crear combustible es éticamente bastante deplorable, pudiendo tener otros usos de primera necesidad para el ser humano, como el alimento o la ropa.

    El biocombustible es un «invento» de los EEUU para intentar no depender tanto de Oriente Medio. Puesto que tienen toda Sudamerica para cultivar maiz y azúcar, el bioetanol es para los norteamericanos un auténtico chollo.

    Pero la perspectiva es que los californianos tengan el deposito de carburante lleno, mientras los brasileños se mueren de hambre por no poder comer de tierras cultivables

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  2. demóstenes
    demóstenes Dice:

    Los biocarburantes no son carburantes biólogicos, sino carburantes obtenidos de fuentes biológicas. Considerando que el petroleo no es biólogico, sino mineral, aunque se haya formado a partir de restos biológicos hace millones de años. A partir de este concepto, es fácil imaginar que usar un ser vivo para crear combustible es éticamente bastante deplorable, pudiendo tener otros usos de primera necesidad para el ser humano, como el alimento o la ropa. El biocombustible es un invento de los EEUU para intentar no depender tanto de Oriente Medio. Puesto que tienen toda Sudamerica para cultivar maiz y azúcar, el bioetanol es para los norteamericanos un auténtico chollo. Pero la perspectiva es que los californianos tengan el deposito de carburante lleno, mientras los brasileños se mueren de hambre por no poder comer de tierras cultivables

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